La razón y la superstición enfrentadas en duro combate mortal. En tiempos arcanos se realizaban sacrificios humanos para contentar a temibles deidades vengativas: detén tu mano, Abraham. La finalidad de la violencia era congraciarse con el destino, restituir el equilibrio en el mundo (el karma, el talión), y cuanto más profundo fuera el significado del holocausto, cuanto más querida fuera la víctima, mayor era el efecto de la sangre derramada sobre la fortuna esperada. O así se creía.
El cine de Yorgos Lanthimos ha sabido apuntar con precisión de francotirador hacia las paranoias existenciales del hombre moderno, un pretencioso sabelotodo que piensa que tener acceso a la información equivale a dominarla. La negación de las convenciones establecidas por las generaciones anteriores conduce a abismos de locura, a realizar saltos de fe que terminan con un cretino precipitándose al vacío. La filmografía del director ateniense supone una brillante colección de ejemplos de experimentación con las emociones de la raza humana, ratoncillos de laboratorio que son llevados a extremos vitales donde no queda otra cosa que pesimismo y desconcierto. La educación social, las relaciones afectivas, el miedo al compromiso, la muerte, la desconfianza en la justicia, temas que apuntalan títulos rotundos como "Canino", "Alps", "Langosta" o "El sacrificio de un ciervo sagrado". Cine extraordinariamente bien realizado: la cámara se coloca en ángulos desacostumbrados para a su vez descolocar el foco del espectador, llevar su mente a otra parte y hacerle obviar molestos prejuicios y reconfortantes certidumbres.
Con "Langosta" Lanthimos asumió el tránsito hacia repartos internacionales, fuera del localismo actoral griego que tan buenos frutos le proporcionó, éxito construido sobre actuaciones memorables como las de la actriz Aggeliki Papoulia, y que ahora se manifiesta en cierta perdida de naturalidad a la hora del desarrollo de sus demoledores personajes. De esa internacionalización repite el irlandés Colin Farrell y no está de más admitir que nunca le había visto mayor convicción en la pantalla que trabajando a las ordenes del director griego: notable actuación a la que se une la del joven Barry Keoghan interpretando a Martin, ese inquietante chaval. Hace poco leí que Colin Farrell volvía a ingresar en una clínica de rehabilitación buscando desintoxicarse de sus demonios interiores: quizá fuera mejor que se buscase un ciervo sagrado al que sacrificar y que ese acto terrible le alejase del vicio para siempre. Eso o un exorcista.
Hola Licantropunk!
ResponderEliminarAcabo de descubrir tu blog despues de tu visita por el mio y me alegro de haber pasado por aqui, le he dado un pequeño vistazo a tus reseñas y he de decir que me gusta mucho, tienes un estilo muy particular, te manejas muy bien escribiendo y se agradece leer tus entradas. No he visto esta pelicula pero me la anoto.
Al hilo de lo que comentas sobre Colin Farrel y sus idas y venidas de clinica en clinia, a veces tengo la sensación de que a todo este personal de Hollywood les levantan la pasta en todas estas supuestas "clinicas", ojo, no estoy diciendo que muchas de estas estrellas tengan problemas serios de alcohol y drogas, pero me estaba acordando de un articulo que lei sobre el lugar donde acudio Kevin Spacey para "curarse" de ese deseo irrefrenable que tiene entre las piernas, no se, creo que la mitad de todas esas terapias son un autentico fraude. Disculpa si me he salido del tema del post.
Pues nada, me seguire pasando por aqui, un saludo!
Muchas gracias por tu visita. Seguimos en contacto.
EliminarMr. Licantropunk, de este director es el primer film que veo, y admito que Barry Keoghan esta muy bien en su papel, por momentos se torna odioso, pero el film en si no me atrajo; en esta clase de films, entre mis preferidas, por citar algunas, estan: Fando Y Lis, The Limits of Control, Holy Motors. Saludos y muy buena entrada, como siempre.
ResponderEliminarMe apunto "Fando y Lis", que no la he visto (¡Jodorowsky y Arrabal! ¡Sálvese quien pueda!), a ver si es verdad que entra en esa categoría. "Holy Motors" me gustó mucho, tiene su entrada en el blog, pero "The Limits of Control" me temo que sea mi mayor decepción con Jim Jarmusch.
EliminarDesde Canino, sigo al director. Me gusta no solo su manera de ver y contar, sino el uso que hace del lenguaje y cómo refleja las emociones.El distanciamiento a la hora de contar. El sacrificio del ciervo sagrado es brutal en su mirada al ser humano, la familia como grupo y su espíritu de supervivencia (temas q toca en otras de sus películas). A corazón abierto.
ResponderEliminarBeso
Hildy