La semana pasada fuimos al centro cultural "Miraltormes" (de Salamanca: ¿desde dónde si no vas a 'mirar al Tormes'?), atraídos por la proyección de esta película del año 2011, que ha sido dirigida por un paisano salmantino, y de la que había oído hablar: se estrenó el año pasado y lleva una buena trayectoria festivalera: próxima parada, San Sebastián. La cinta es un nudo de historias de adolescentes, con Salamanca y el río Tormes como espacio único de rodaje, algo que de por sí es un motivo para que los nativos del lugar nos animemos a verla. El público que acudió esa tarde a la presentación era en su mayoría mayor, tirando a jubilado, y la película era poco convencional: discurso sin palabras (también lo era el cine mudo, pero aquí no había carteles que dieran pistas). Al rato de iniciarse la sesión, la sala sufrió bajas: no será la primera vez: Terrence Malick con "El árbol de la vida" o Lars Von Trier con "Anticristo", pongo por caso. Yo tenia una señora detrás que le iba explicando la película a su vecina de butaca. 'En esta película te tienes que imaginar lo que pasa', sentenció: qué razón tenía: cine que no da muchas explicaciones, cine en que el espectador tiene que meditar, que llenar los huecos: cine que te espabila la mente, emocionante y bien realizado. Muy buena película.
El río Tormes: la corriente con sus remolinos, las arboledas trazadas con tiralíneas, las casetas de alquiler de barcas, los puentes, la piscifactoría. El rumor constante del agua en el que tantas veces nos bañamos: la orilla transitada albergando la historia, la vida. Y vivir es afrontar obstáculos: sorteas uno y ya te das de bruces con el siguiente. El iceberg es la alegoría del problema con el que topas, esos de los que a cualquiera pueden sucederle, pero que no por ello dejan de ser sorprendentes y anómalos, fuente de sufrimiento y angustia. En "Iceberg" es la muerte, la muerte ajena (claro, la propia no es un problema, al menos si lo que viene después no es algo como lo que se cuenta en "After life" de Hirokazu Koreeda), e intentar superar la pérdida, la insoportable ausencia. Pero no sólo la muerte, también la vida puede ser un enorme pedazo de hielo que amenaza con hundir el barco: el embarazo inoportuno, a destiempo, un iceberg que no pasa de largo sino que permanecerá a tu lado para siempre: quizá en este caso la montaña helada llegue a convertirse en un salvador oasis, por qué no.
Un chico y una chica, cada uno arrastrando su iceberg, se encuentran junto al río. La muerte y la vida: se las lleva la corriente. De puente a puente.
Siempre leo con admiración y deseos de aprender tus reseñas, pero, leídas otras críticas del filme, ¿no te ciega el terruño? Saludos.Es por meter un poco de cizaña.
ResponderEliminarPues puede ser, no te digo que no: a mí Salamanca me tira mucho, que le voy a hacer. Como en cualquier otro título que se sale de "lo comercial", habrá a quien esta película (la mayoría, generalmente) le parezca insoportable y a quien le parezca magnífica: los término medios no suelen darse en el Cine. A mí me parece muy buena, tanto en su fotografía y en su hilo narrativo, como en las actuaciones de sus actores, muy jóvenes, que no sé si habrán hecho alguna película más en su vida, pero que en ésta lo hacen muy bien.
ResponderEliminarQuizá sea eso que llaman una película lenta y rara. Pero lo del ritmo en el cine nunca lo he entendido y en cuanto a la cualidad de extrañeza, para mí cuanto más me sorprenda mejor: para adocenarme el cerebro ya tengo la mayoría de la cartelera habitual.
¿Has visto algo de los hermanos Dardenne? Pues tiene cierto parecido con el cine de estos tipos. Solo que con música charra, je, je.
Saludos.
... ¡No la he visto!... pero seguir el itinerario del río Tormes seduce... Al igual que encontrarse con la punta del iceberg de varias historias... y cada uno 'reconstruir' lo demás...
ResponderEliminarComentas algo interesante: el sentido del ritmo en el cine. Cada película tiene su ritmo, fluye como un río con rápidos, un mar con olas elevadas, un lago tranquilo, un mar muerto, una cascada, un riachuelo... y sólo es cuestión de dejarse llevar en cada una de sus modalidades...
Besos
Hildy
Pues me la apunto, me gusta perder la mirada en el curso de los ríos y más de un iceberg me he encontrado en el camino.
ResponderEliminarY si es lenta mejor, últimamente todo va demasiado deprisa y si hay algo que enseñan los icerbergs vitales es lo complicado y despacio que va su deshielo...
Saludos ultracongelados!
Me han entrado ganas de verla.
ResponderEliminarMuy interesante, aunque a estas tierras lleguen tan pocas cosas de las que hablás. Un abrazo.
ResponderEliminarHildy: del ritmo en el cine podríamos tener una discusión, que sería muy corta, porque es un concepto que primero me lo deberías explicar y después yo te daría la razón: ¿el ritmo es repetición? ¿es imágenes por segundo? ¿minutos que tienen más segundos que otros?
ResponderEliminarMarga: las películas, a mí entender, no son rápidas o lentas: es el espectador el que se trae la impaciencia de casa.
nUhN: pues ya sólo falta la ocasión.
Dario: esta película, más allá de las localizaciones, no tiene nada de local: película universal: donde haya chavales y ríos se podrá dar esta historia.
Saludos a todos.
¿Más cercana a "El árbol de la vida" o a "Anticristo"? Para mí, ya sabes, hay mucha diferencia...
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