Pero si nos trasladamos al cine policíaco, la figura del perdedor y el género cinematográfico son indisociables: ese personaje conforma el género en sí mismo. El inspector duro e implacable, alcohólico y divorciado, asocial y cínico: el compañero que nadie quiere porque los problemas acaban salpicándote: el policía de vuelta de todo que conserva su trabajo por puro milagro. Aquí sería inútil dar ejemplos: cualquiera. A mí, sin embargo, al ver "No habrá paz para los malvados" me vino a la cabeza "El último Boy Scout", de Tony Scott, lo cual no está nada mal, pues esa película forma parte del puñado de cintas del hermano pequeño de Ridley Scott que me gustan. Supongo que el paralelismo entre el Joe interpretado por Bruce Willis y el Santos Trinidad de José Coronado, nace en que ambos parecen haber tocado fondo y luego haber seguido cavando algunos metros más. Los dos topan con un caso que puede rescatarles del pozo. Pero ahí se acaban las coincidencias. El estadounidense, a pesar del hundimiento, conserva la conciencia suficiente para que sus actos partan de la bondad y el altruismo, mientras que Santos Trinidad no mostrará ni el menor atisbo de virtud: cualquier heroicidad será accidental, un indeseado efecto colateral. Sí, el cine americano y el cine europeo divergen irremediablemente. De este lado del charco, no hay redención posible, la vida es cruel hasta el fin, y si el héroe es capaz de poner orden en el mundo, de derrotar al malvado, el héroe mismo debería morir para nivelar la balanza, para que el equilibrio de fuerzas entre el bien y el mal se preserve ad infinitum. Ya en la antigua Grecia era la areté uno de los valores más apreciados: tras la hazaña en la batalla, mejor no regresar.
domingo, julio 08, 2012
"No habrá paz para los malvados", de Enrique Urbizu
La estética del perdedor: personajes que rozaron la gloria y que ven su vida reducida a una cuestión de supervivencia, de aguantar otro día: atesorar recuerdos de esplendores pasados: el epílogo indeseado: vidas ajenas. Múltiples ejemplos en el cine, grandes obras maestras: el arroyo insalvable para un ex-boxeador en "Fat City", de John Huston, o el declive barroco de una estrella del cine mudo, apagándose directa hacia la locura, en "El crepúsculo de los dioses", de Billy Wilder. El cine español también aporta lo suyo, como aquella maravilla del neorrealismo español (que también lo hubo) titulada "Mi tío Jacinto", de Ladislao Vajda: el toreo, en cuanto a perdedores, a figuras que nunca llegaron a serlo, puede aportar toneladas de guiones.
Pero si nos trasladamos al cine policíaco, la figura del perdedor y el género cinematográfico son indisociables: ese personaje conforma el género en sí mismo. El inspector duro e implacable, alcohólico y divorciado, asocial y cínico: el compañero que nadie quiere porque los problemas acaban salpicándote: el policía de vuelta de todo que conserva su trabajo por puro milagro. Aquí sería inútil dar ejemplos: cualquiera. A mí, sin embargo, al ver "No habrá paz para los malvados" me vino a la cabeza "El último Boy Scout", de Tony Scott, lo cual no está nada mal, pues esa película forma parte del puñado de cintas del hermano pequeño de Ridley Scott que me gustan. Supongo que el paralelismo entre el Joe interpretado por Bruce Willis y el Santos Trinidad de José Coronado, nace en que ambos parecen haber tocado fondo y luego haber seguido cavando algunos metros más. Los dos topan con un caso que puede rescatarles del pozo. Pero ahí se acaban las coincidencias. El estadounidense, a pesar del hundimiento, conserva la conciencia suficiente para que sus actos partan de la bondad y el altruismo, mientras que Santos Trinidad no mostrará ni el menor atisbo de virtud: cualquier heroicidad será accidental, un indeseado efecto colateral. Sí, el cine americano y el cine europeo divergen irremediablemente. De este lado del charco, no hay redención posible, la vida es cruel hasta el fin, y si el héroe es capaz de poner orden en el mundo, de derrotar al malvado, el héroe mismo debería morir para nivelar la balanza, para que el equilibrio de fuerzas entre el bien y el mal se preserve ad infinitum. Ya en la antigua Grecia era la areté uno de los valores más apreciados: tras la hazaña en la batalla, mejor no regresar.
"No habrá paz para los malvados" arrampló con suficientes premios Goya como para ser considerada la mejor película española del 2011, si bien los elogios dirigidos al film parecían más encaminados a alabar la trayectoria de su director, Enrique Urbizu, (¿cuántas veces he oído llamarle artesano? ¿qué quiere decir eso en el cine? ¿se fabrica su propio celuloide?) o la actuación de José "ya era hora de que se lo dieran" Coronado. No tiene mayor importancia. En cualquier festival de cine, en Cannes mismo, el premio a veces cae porque en su día no se premió la película del cineasta que realmente lo merecía. El protagonista y la puesta en escena, sórdida y lumpen, de "No habrá paz para los malvados", es suficiente aval como para situarla en el podio. Pero el guión, la trama, se puede debilitar al abusar de clichés que caricaturizan más que retratan, herencias del cine de acción más que del cine negro y que parecen innecesarias. Todo en su justa medida y los Rambos mejor dejarlos aparcados en la era Reagan. O dejarlos para remakes que saben que son parodias.
Pero si nos trasladamos al cine policíaco, la figura del perdedor y el género cinematográfico son indisociables: ese personaje conforma el género en sí mismo. El inspector duro e implacable, alcohólico y divorciado, asocial y cínico: el compañero que nadie quiere porque los problemas acaban salpicándote: el policía de vuelta de todo que conserva su trabajo por puro milagro. Aquí sería inútil dar ejemplos: cualquiera. A mí, sin embargo, al ver "No habrá paz para los malvados" me vino a la cabeza "El último Boy Scout", de Tony Scott, lo cual no está nada mal, pues esa película forma parte del puñado de cintas del hermano pequeño de Ridley Scott que me gustan. Supongo que el paralelismo entre el Joe interpretado por Bruce Willis y el Santos Trinidad de José Coronado, nace en que ambos parecen haber tocado fondo y luego haber seguido cavando algunos metros más. Los dos topan con un caso que puede rescatarles del pozo. Pero ahí se acaban las coincidencias. El estadounidense, a pesar del hundimiento, conserva la conciencia suficiente para que sus actos partan de la bondad y el altruismo, mientras que Santos Trinidad no mostrará ni el menor atisbo de virtud: cualquier heroicidad será accidental, un indeseado efecto colateral. Sí, el cine americano y el cine europeo divergen irremediablemente. De este lado del charco, no hay redención posible, la vida es cruel hasta el fin, y si el héroe es capaz de poner orden en el mundo, de derrotar al malvado, el héroe mismo debería morir para nivelar la balanza, para que el equilibrio de fuerzas entre el bien y el mal se preserve ad infinitum. Ya en la antigua Grecia era la areté uno de los valores más apreciados: tras la hazaña en la batalla, mejor no regresar.
Muy digna muestra negra de Urbizu, que se está convirtiendo en especialista del género; y muy buena reseña con comparación incluida. En efecto, lo noir aquí, en el viejo continente, tiene al fatalismo como compañero de viaje. Y eso que Lang se lo llevó a USA hace tiempo.
ResponderEliminarSaludos
Después de ver "Los ojos de Julia" pillé tal cabreo que juré no ver nunca más cine español pero esta película me ha reconciliado con él. Coronado realmente está que se sale, su mejor papel sin duda. Saludos. Borgo.
ResponderEliminarVaya, parece que vuelvo a ir por delante en cuanto a ver películas "antiguas"...
ResponderEliminarÉsta me pareció bien, pero hay que reconocer que cuando empiezas a verla ya tiene más de la mitad de la valoración final. Después ya empieza a notarse que es española, sobre todo por esos actores de serie de Antena 3, o interpretaciones como la de la juez, o sus diálogos. Como digo, Coronado tiene un papel de premio, de los que se aprovechan fácilmente no haciendo nada. Como Mickey Rourke en "El luchador" y demás. Me recordaba más al Landa duro de "El crack", versión siglo XXI, eso sí.
Cómo me gsuta esa película que tan acertadamente recuerdas: "Mi tío Jacinto" Ese cine español era nuestro neorrealismo. Y casi pasa desapercibido. Qué injusto. No he visto "No habrá paz para los malvados" pero me interesa el personaje de José Coronado. Este tipo de personajes, como en "Sunset Boulevard", siempre son atrayentes así que acabaré viéndola. Abrazos Licantropunk.
ResponderEliminarVamos a ver qué tal, yo que venía tan entusiasmado con el irreverente de Torrente...Un abrazo.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho la reseña... y como a Marcos me ha llegado ese recuerdo a Mi tío Jacinto que es una película buenísima y emocionante. Es verdad que en el cine se ha reflejado de maneras muy diferentes al perdedor (y a la perdedora). Y el cine negro y policiaco presenta a perdedores que se te quedan en la retina. A mí de NO HABRÁ PAZ PARA LOS MALVADOS me gustó SANTOS TRINIDAD y ese no parar, corre, corre, Santos, como otros perdedores memorables que no tienen ni tiempo de cansarse (me viene a la cabeza ese Richard Widmark en Noche en la ciudad). Me gusta 'su' Madrid ese Madrid oscuro con algún destello bello que se resume en la escena en el vertedero. Pero toda la trama de la investigación (la trama luminosa, la de la jueza y el policía) no me llegó, me veía inmersa en una serie de televisión tipo El Comisario... me alejaba de la 'poética' oscura de SANTOS TRINIDAD. Es decir los secundarios no me mejoraban la trama...
ResponderEliminarBesos
Hildy
Ethan: me pareció que era acertado establecer la comparación, a pesar de que es cosa sabida: el happy end, lo debió inventar una empresa de publicidad estadounidense: la de "Mad Men", por ejemplo...
ResponderEliminarMiquel Zueras: ¿así que "Los ojos de Julia" no? Pues no la he visto y, la verdad, muchas ganas tampoco.
Tomás Serrano: está claro que la actuación del protagonista es lo que más luce. Y aunque parezca que no hace nada... ¿no será que lo hace fácil?
Marcos Callau: me alegro de que te guste "Mi tío Jacinto", es una película que no me canso de recomendar. En cuanto a buscar a Coronado en "Sunset Boulevard"... bueno, no creo que se encuentre ahí, je, je... se me fue la mano estableciendo referencias.
Darío: "Torrente" es una de las películas con las que más me he reído en la vida. Pero sólo con la primera, ojo, que espero sea la que le ha entusiasmado. El resto de partes es para olvidar.
Hildy: otro voto a favor de "Mi tío Jacinto". ¡Viva! Coincido plenamente con tus apreciaciones. La de Urbizu es una película buena pero no llega a ser grande, incluso hay alguna otra suya que me parece mejor, como "La caja 507
", aunque el protagonista de "No habrá paz..." es el hallazgo, la clave. La trama se pierde, es algo inconexa. Bueno, igual fui yo el que se perdió...
Saludos a todos.
Una interpretación del protagonista realmente buena. Creando un personaje a la altura de los mas grandes. De esos que se graban a fuego. Un autentico cabronazo y, precisamente por ello, por su falta de escrúpulos, moral o arrepentimiento y las pocas pistas que se dan sobre su pasado. Profundamente atrayente.
ResponderEliminarEl problema quizás, los secundarios que dan pena, ni saben ni quieren actuar. La falta de replica, hace recaer la película en un solo actor y esa, es una losa muy difícil de salvar.
Con unos actores decentes que dieran la replica, seria una película a la altura de las grandes. De cualquier forma, una película bastante decente, de lo mejor del cine español de los últimos años.
Y con un personaje principal, que después del piojo del crack. Ya esta entre los mejores del cine de acción, negro o como quieran llamarlo de nuestro cine mas moderno. Saludos
Coincido con el comentarista anterior en cuanto a los actores. Buena apreciación la tuya al mencionar lo que tiene esta película, por desgracia, de cine de acción tipo Rambo: El piojo-Santos Trinidad-Rambo, ¡vaya conglomerado! Saludos.
ResponderEliminarMr. Licantropunk, me ha gustado. Un saludo.
ResponderEliminarPues verás, empezar a verla la empecé pero me quedé dormida allá por el minuto 20... A veces me pasa con lo que yo llamo cine de testosterona, jeje.
ResponderEliminarPara aguantarlas necesito un poco de un qué sé yo, un algo, y no, no me pareció el caso.
Saludos!