En medio de un golpe, un delincuente (Lee Marvin) es traicionado por su novia (Sharon Acker) y por su compinche en el delito (John Vernon) que además es el mejor amigo de él, claro, y su chica y su colega están liados, por supuesto: tú que te las dabas de profesional, tío duro que se las sabe todas, que las ha visto de todos los colores y resulta que te la estaban pegando delante de tus narices. Dos tiros y dejarlo por muerto: 93.000 dolares a repartir entre uno. El escenario de la traición es la cárcel de Alcatraz, ya abandonada por entonces (1967 es el año de producción de la película y la prisión se cerró en el año 1963) pero aún le quedaba cuerda para rato en el mundo cinematográfico. El mismo leitmotiv de engaño entre la pasión adultera y la avaricia criminal, dará para otra película moderna, que yo recuerde: "Payback", de Brian Helgeland, protagonizada por Mel Gibson: sonará porque la han echado por televisión varías veces: no esperes ver en la pequeña pantalla "A quemarropa" con la misma facilidad. Lamentablemente.La puesta en escena recuerda mucho a la de "Harry el sucio" de Don Siegel, que es posterior, del año 1971: paisajes urbanos en amplios planos, esos enormes coches americanos lanzados a toda pastilla por la ciudad, francotiradores, matones trajeados, gangsters con oficinas en rascacielos, escenas de acción en parkings, canales, azoteas, bajos de los puentes de las autopistas. En muchos aspectos "A quemarropa" puede ser precursora: contiene muchos elementos que se van a repetir mil veces en el cine policíaco de los 70. Sin embargo lo que resulta más original en esta cinta es su montaje, lleno de constantes saltos en el tiempo que sirven para mostrar lo que está pensando el personaje, su motivación vengativa, la mente del asesino que vuelve del otro lado para ajustar cuentas.
En su regreso va a tener como aliada a la hermana de su antigua novia, interpretada por Angie Dickinson, que también quiere desquitarse con el infame John Vernon, a la sazón amante de ambas hermanas: del trío amoroso está película pasa al cuarteto sin inmutarse. La interpretación de Angie Dickinson es magistral (en una escena le pega a Lee Marvin la mayor paliza que yo haya visto nunca en pantalla: o sea, nada de yo hago como que te doy una bofetada y tú das una palmada, no, una impresionante manta de hostias hasta que ella termina agotada en el suelo: el otro aguanta el temporal, claro, hard as a rock) por encima incluso de la actuación de Lee Marvin para el que la cumbre será, posiblemente, su papel en "Uno rojo: división de choque" de Samuel Fuller. Con John Boorman hará otra muy buena, "Infierno en el pacífico" en la que a Marvin le dará la réplica el gran Toshiro Mifune: enemigos mortales compartiendo la misma isla.
Y John Boorman tendrá que hacer más tarde, ya a principios de los ochenta, "Excalibur", esa mítica película. Épica artúrica inmortal.



