En Estados Unidos hay una mítica especial alrededor de los bandidos que han saqueado a sus habitantes durante los pasados doscientos años. John Dillinger es otra de las figuras emblemáticas de esa apasionante parcela de la historia: apasionante y cinematográfica como ninguna otra. El enemigo público número uno, el forajido que se convierte en héroe popular, un contrasentido tan viejo como el mundo que surge para equilibrar la balanza cuando esta está demasiado inclinada en el reparto de riqueza, cuando las diferencias entre ricos y pobres son abismos desde los que sólo se contempla el lado en el que reposan tus pies: para pasar al otro lado el camino más fácil es no seguir ninguno: sendas de libertad absoluta. La época de la Gran Depresión (muy literaria también; me viene a la mente la novela "La parcela de Dios" de Erskine Caldwell" y su patético relato de la familia Walden) propicia la aparición de bandidos desbocados como Dillinger, como el sanguinario Babe Face Nelson o, los más famosos de todos, la pareja lanzada hacia la muerte formada por Bonnie Parker y Clide Barrow (el comienzo de la última gran década dorada del cine norteamericano esta marcado por el conocido relato cinematográfico de sus andanzas que llevó a la pantalla el director Arthur Penn: obra maestra). Armados de metralletas Thompson infundían el terror en los bancos que tenían la desgracia de caer en su punto de mira. Ensaladas de balas para la hora del almuerzo. Para atraparlos la policía también tendrá que ser capaz de crear caminos nuevos, oscuros y poco transitados: a traición o con un tiro por la espalda, como le sucedió a Jesse James, que el sueldo de pasma no es tan alto como para justificar una bala perdida en medio del pecho. Se creará el FBI (en la película aparece J. Edgar Hoover, rasputin de 50 años de vida política estadounidense con una leyenda negra a la altura de la de Felipe II) para combatir el crimen con poderes y métodos superiores a los tradicionales. Pero con Dillinger no habrá quien pueda y logrará escapar de cualquier emboscada. ¡Ay!, pobre bandido cinéfilo.Michael Mann ha dirigido algunas de las mejores películas modernas de policías y ladrones como "Heat", "Corrupción en Miami" o "Collateral". Consigue un grado máximo de intensidad en las cuidadas escenas de acción que realiza (con "Heat" salí en su día del cine completamente maravillado y extenuado: me alcanzaron un par de disparos en la escena de la salida del banco), la ambientación y la puesta en escena es impecable, y construye personajes protagonistas profundos, de hondo carácter. Johnny Depp está en la cima, uno de los mejores actores de la actualidad, un talento camaleónico que devora algunos planos de la película como si fuera el mejor Marlon Brando. Christian Bale le persigue para atraparlo y Marion Cotillard también pero con otras intenciones: el reparto es excelente.
Enemigos públicos contra justicieros implacables. Ganas de volver a verla.





