Continuación de las aventuras del león amante del baile y sus amigos el cebra, el jirafa y la hipopótama. Relaciones amistosas por vecindad de jaula de zoológico: otros abrazos le daría el león a sus amigos si la productora de la cinta fuera National Geographic. Pero la fabulación permite esas licencias. Las fábulas, relatos protagonizados habitualmente por animales personificados (o prosopopeyados, si se me admite el palabro) de los que suelen acabar con moraleja, aunque este no sea el caso. La única enseñanza moral posible en esta película reside en la pura subversión: un león desprovisto de fiereza que arregla sus problemas poniéndose a bailar; el jirafa y la hipopótama que inician una relación contra natura. ¡Pardiez! ¡Esto parece una clase de educación para la ciudadanía! ¡Nunca hay cerca una manifestación en defensa de la familia cuando de verdad hace falta! Esas tiernas mentes vírgenes de los infantes, tan indefensas las pobres.
La verdad es que esta segunda parte ha perdido la gracia de la primera entrega y se nota por la ausencia de carcajadas en una platea llena de niños. Igual es que todos la han visto ya una docena de veces gracias al eMule y se saben los chistes de memoria, de modo que el único propósito que les lleva a esta tarde de cine y palomitas sea el de desollar hasta el hueso los bolsillos de sus padres de la manera más estúpida: las largas tardes de las vacaciones navideñas, ay. Una cosa se salva y me parece una absoluta genialidad y es ese fantástico grupo de pingüinos (como tu ningüino) estajanovistas de las misiones imposibles y que provocan los momentos más ocurrentes de la cinta.
De cualquier forma será una película inolvidable: es la primera vez que Francisco va al cine.
martes, diciembre 30, 2008
viernes, diciembre 26, 2008
"La pianista", de Michael Haneke
Profesora de piano, virtuosa concertista, imparte clases por horas en academia de reconocido prestigio. Estricta y distante, esbelta esfinge hierática, amor platónico del aplicado alumno adolescente. Nadie sospecha que, tras el rictus de disciplina que se descuelga de las comisuras de sus finos labios prietos, se ocultan oscuras pulsiones sexuales: no hubo tiempo para aprender los secretos del oficio arremolinada en el asiento trasero de un coche y ahora se arrastran deseos furtivos, vaciados en ranuras de cabinas de peep show y ojeos voyeuristas de parejas en acción.
Audiciones, ensayos, exámenes. Horas gobernadas por el repaso infinito de cinco lineas paralelas salpicadas de genialidad. Se abre la tapa del piano y el instrumento sonríe con satisfacción caníbal: aquí serán devorados los días de tu juventud. Cuando te asomes al espejo, yerma y aburrida, contemplarás la decadencia de tu tiempo y el dolor punzante, sorprendido, que atravesará el pálido rostro de tu reflejo, no se verá recompensado por la cerrada ovación del auditorio. Le ganaste la partida a Schubert, pero a Schubert le importa un bledo. Miserable y rencorosa, jugarás vacilante la última moneda de tu faltriquera: el desastre de tu cara delata la cuantía del premio. Sola y vencida. Se alejan tus pasos.
Audiciones, ensayos, exámenes. Horas gobernadas por el repaso infinito de cinco lineas paralelas salpicadas de genialidad. Se abre la tapa del piano y el instrumento sonríe con satisfacción caníbal: aquí serán devorados los días de tu juventud. Cuando te asomes al espejo, yerma y aburrida, contemplarás la decadencia de tu tiempo y el dolor punzante, sorprendido, que atravesará el pálido rostro de tu reflejo, no se verá recompensado por la cerrada ovación del auditorio. Le ganaste la partida a Schubert, pero a Schubert le importa un bledo. Miserable y rencorosa, jugarás vacilante la última moneda de tu faltriquera: el desastre de tu cara delata la cuantía del premio. Sola y vencida. Se alejan tus pasos.
martes, diciembre 23, 2008
"In this world", de Michael Winterbottom
El viaje terrible de dos jóvenes afganos desde un campo de refugiados en Pakistán hasta el paraíso londinense del trabajo esclavo. Una odisea moderna en donde en cada punto del camino hay una persona que debe acompañarte en el tránsito de la estación: la buena voluntad esperada, por bien pagada, que puede convertirse en un Polifemo devorador. Qatta, Teherán, Estambul, Trieste, París y, entre los ejes de un trailer, el Eurotúnel como pasadizo mágico final hacía el gran premio, la meta soñada que nunca es como se pensaba.
Michael Winterbottom logra una obra maestra del falso documental. A ratos es imposible discernir si lo que está sucediendo en la pantalla es la quinta toma de una escena difícil o la captura sutil de la realidad que se desenvuelve delante de la cámara. Este director demuestra una versatilidad tremenda: no hay genero que se le resista. Y cada película suya acrecienta la certeza de estar contemplando la obra de uno de los grandes. De los que dejarán huella.
Michael Winterbottom logra una obra maestra del falso documental. A ratos es imposible discernir si lo que está sucediendo en la pantalla es la quinta toma de una escena difícil o la captura sutil de la realidad que se desenvuelve delante de la cámara. Este director demuestra una versatilidad tremenda: no hay genero que se le resista. Y cada película suya acrecienta la certeza de estar contemplando la obra de uno de los grandes. De los que dejarán huella.
domingo, diciembre 21, 2008
"Volverás", de Antonio Chavarrías
Se me escapó. Se murió antes de que nos encontráramos. Inesperada, insolente, a deshora: muerte por sorpresa que irrumpe al final de cualquier anodino boletín radiofónico: sensación de haber perdido una oportunidad, de que una tarea quedó inacabada. Hace poco ocurrió con el suicidio de David Foster Wallace, si bien al autor neoyorquino le había leído (el relato "Señor blandito", pocas semanas antes: por los pelos) y me gustó mucho su estilo extremo, ultradetallista en las descripciones, deslumbrante en su complejidad. Con Francisco Casavella no ha pasado. Dejé pasar las ocasiones de adentrarme en una de sus novelas, que más de una vez pasaron por mis manos al repasar las estanterías de cualquier librería, cualquier tarde de las que dejan media hora libre para el ojeo literario. Un día se vino a casa Ian Rankin, otro día Chuck Palahniuk, otro día Erskine Caldwell, el propio Foster Wallace. Etc., etc. Oyes hablar de ellos, nombres repetidos muchas veces en la sección cultural de cualquier medio y con esos encargos vas a la compra. Casavella se quedó en el anaquel y no sé muy bien por qué. "El día del Watusi", "Un enano español se suicida en Las Vegas", "Lo que sé de los vampiros". Reconozco al tipo que las escribió, que se murió sin yo haberlo leído nunca. Al menos esto último tendrá arreglo.
"Volverás" está basada en la novela "Un enano español se suicida en Las Vegas". Historía de dos hermanos, hijos de un importante arquitecto. El hermano pequeño, el buen hijo. El hermano mayor, la bala perdida. Su reencuentro propiciará un interesante juego de intercambió de personalidades. Las vidas construidas desde el orden, desde el objetivo de una vida acomodada y el éxito profesional, sienten una irrestible atracción vertiginosa por el lado salvaje, por los que viven a salto de mata, apurando las tentaciones nocturnas y descansando en cualquier cama. Vida fuera del cauce, debes dejar esta vida, la mala vida pero quizá tambien, la fácil vida o la gran vida o la vida plena. Envidia de sabado noche metido en casa.
La cámara acompaña a los dos hermanos (Tristán Ulloa y Unax Ugalde: muy buenos actores pero que se parecen como un huevo a una castaña, lo que perjudica algunos pasajes basados en que al pequeño le parten la cara porque le ¿confunden? con el grande) por timbas y garitos de la noche barcelonesa y logra una buena película. Y que me arrepienta aún más de no haber leído nunca a Casavella.
"Volverás" está basada en la novela "Un enano español se suicida en Las Vegas". Historía de dos hermanos, hijos de un importante arquitecto. El hermano pequeño, el buen hijo. El hermano mayor, la bala perdida. Su reencuentro propiciará un interesante juego de intercambió de personalidades. Las vidas construidas desde el orden, desde el objetivo de una vida acomodada y el éxito profesional, sienten una irrestible atracción vertiginosa por el lado salvaje, por los que viven a salto de mata, apurando las tentaciones nocturnas y descansando en cualquier cama. Vida fuera del cauce, debes dejar esta vida, la mala vida pero quizá tambien, la fácil vida o la gran vida o la vida plena. Envidia de sabado noche metido en casa.
La cámara acompaña a los dos hermanos (Tristán Ulloa y Unax Ugalde: muy buenos actores pero que se parecen como un huevo a una castaña, lo que perjudica algunos pasajes basados en que al pequeño le parten la cara porque le ¿confunden? con el grande) por timbas y garitos de la noche barcelonesa y logra una buena película. Y que me arrepienta aún más de no haber leído nunca a Casavella.
domingo, diciembre 14, 2008
"La batalla de Hadiza", de Nick Broomfield
No sé si llamarlo terrorismo iraquí. El concepto moderno de terrorismo apunta hacia una ataque premeditado y por sorpresa, efectuado sobre población civil desarmada. También el ataque a militares o policías que van a tomarse un café al bar, a regular el tráfico de la autopista o a pasar la mañana en la oficina leyendo el periódico. El objetivo es infundir terror para preparar las condiciones de un chantaje, del tipo que sea, dirigido a un poder establecido. Pero cuando la acción violenta se produce contra un ejercito que ha invadido injustificadamente un país, parece más apropiado llamarlo resistencia: ratones contra leones. O un término mixto: dos terroristas de la resistencia iraquí cavan un hoyo junto a una carretera y sepultan una bomba para hacerla estallar al paso de un convoy de vehículos de los Marines. La acción represiva llevada a cabo acto seguido por miembros del ejercito usamericano, ejercida contra los habitantes de la ciudad de Hadiza que viven en los alrededores del punto de la explosión, será brutal y despiadada: 24 muertos entre hombres, mujeres y niños. Iraq: 1, USA: 24, como el tanteo abrumador de un encuentro desigual. U.S. and allies have prevailed in Iraq, proclamó el idiota americano saliente. La batalla de Hadiza será el eufemismo de una masacre. La masacre que justifica cualquier resistencia.
El famoso documentalista Nick Broomfield tiene sobrada fama de autor polémico. Entre su obra se encuentra el documental "¿Quién mató a Kurt Cobain?" sobre la muerte -suicidio- del cantante de Nirvana, donde se culpaba a Courtney Love del asesinato del, ya, mito, o "Aileen, una asesina en serie", documental sobre la vida de Aileen Wuornos, que murió ejecutada en Florida después de ser acusada de la muerte de siete hombres (en "Monster", de Patty Jenkins, Charlize Theron recibiría el Oscar por interpretar a la tristemente célebre psicópata homicida). Así que el director se ha granjeado cierta imagen de carroñero de desgracias ajenas. Además con un considerable afán de protagonismo (a lo Michael Moore). Sin embargo lo que he visto de su trayectoria cinematográfica no está nada mal (como pasa con Mr. Moore), incluido "La batalla de Hadiza". Actores desconocidos, filmación cámara en mano, escenas de acción bien realizadas, puesta en escena realista: aplica fríamente su despiadado escalpelo a la trama para remover, sin escapatoria posible, la conciencia anti-guerra-de-Iraq del espectador más belicista. Recibió la Concha de Plata al mejor director del festival de San Sebastián del año 2007. Eso ya me parece excesivo.
El famoso documentalista Nick Broomfield tiene sobrada fama de autor polémico. Entre su obra se encuentra el documental "¿Quién mató a Kurt Cobain?" sobre la muerte -suicidio- del cantante de Nirvana, donde se culpaba a Courtney Love del asesinato del, ya, mito, o "Aileen, una asesina en serie", documental sobre la vida de Aileen Wuornos, que murió ejecutada en Florida después de ser acusada de la muerte de siete hombres (en "Monster", de Patty Jenkins, Charlize Theron recibiría el Oscar por interpretar a la tristemente célebre psicópata homicida). Así que el director se ha granjeado cierta imagen de carroñero de desgracias ajenas. Además con un considerable afán de protagonismo (a lo Michael Moore). Sin embargo lo que he visto de su trayectoria cinematográfica no está nada mal (como pasa con Mr. Moore), incluido "La batalla de Hadiza". Actores desconocidos, filmación cámara en mano, escenas de acción bien realizadas, puesta en escena realista: aplica fríamente su despiadado escalpelo a la trama para remover, sin escapatoria posible, la conciencia anti-guerra-de-Iraq del espectador más belicista. Recibió la Concha de Plata al mejor director del festival de San Sebastián del año 2007. Eso ya me parece excesivo.
sábado, diciembre 06, 2008
"Gomorra", de Matteo Garrone
Un trailer del libro. Supongo que si la película no me hubiera pillado cuando voy por la página 151 de su edición de bolsillo (8 euros bien gastados), la sensación final que me hubiera quedado sería diferente. Pero estas son las circunstancias que, sin duda, nublarán mi juicio al escribir estas líneas.
En la película la trama avanza por cuatro cauces que se entrelazan sin tocarse, al libre albedrío del director: los dos aprendices de gánster que quieren emular a Tony Montana en "El precio del poder" (la celebre escena de un escuálido joven disparando una metralleta en calzoncillos); el joven repartidor que pretende cambiar las bolsas de plástico llenas de comestibles del supermercado por el calibre 9 mm de una beretta: aprender a morir soportando un disparo a quemarropa parapetado detrás de un chaleco antibalas; los contratistas de recogidas de basura que buscan agujeros tamaño estadio (la reducción de costes, esencial en cualquier actividad capitalista) para enterrar bidones de residuos peligrosos: Nápoles está hasta el cuello de mierda, no sólo por los miles de toneladas de basura abandonada en sus calles; el sastre Pascuale, genuino símbolo de la bonanza que se levanta sobre la economía sumergida, talleres clandestinos que visten el glamour astronómico de Hollywood: oxigeno para que las grandes firmas apuntalen sus beneficios sobre el trabajo esclavo: porcentajes inalcanzables cuando las cosas se hacen como deben. Tanto asunto atractivo, tanto tema interesante. Y sin embargo poco explicado, inacabado, insuficiente para que el espectador que no tenga el libro a mano alcance a entender la magnitud del problema.
Si alguna virtud tiene el libro de Roberto Saviano, en el que está basado la película, es lo bien que quedan reflejados en el los mecanismos del Sistema (ningún napolitano lo llama Camorra, al parecer, utilizándose este otro nombre: eufemismos). Sus negocios en el mercado textil, la estructura jerarquizada del narcotráfico, las inimaginables formas de extorsión y ajustes de cuentas y, lo más terrible, su mimetismo con la población local y su tejido productivo, de forma que se acaba pensando que la Camorra es su único medio de subsistencia, el motor de su sociedad. Al escritor le han condenado a muerte: algunas páginas del libro parecen un listín telefónico por la cantidad de nombres que figuran en el: por decir las verdades perdí las amistades, que dice el refrán. Así que Roberto Saviano se convertirá en un merecido símbolo de búsqueda de la verdad y de deseo de justicia. La pluma es más poderosa que la espada. O no.
La película funciona en su estética de arrabal, pero poco más o menos que cualquier documental de "Callejeros". Rodada en parte en Las Velas, esos edificios enormes como pirámides: vetustos y decrépitos como ellas, también. Siniestras madrigueras de criminales, vigiladas por pequeños palis que desde la infancia recibirán como única alternativa vital la violenta vida del clan mafioso. Denuncian que Garrone pactó con la Camorra para poder realizar el rodaje de la película. Será por eso que el autor de la "Gomorra" filmada no ha recibido la misma sentencia tajante que el de su hermana escrita. Con uno que se muera..., como decía el payaso.
En la película la trama avanza por cuatro cauces que se entrelazan sin tocarse, al libre albedrío del director: los dos aprendices de gánster que quieren emular a Tony Montana en "El precio del poder" (la celebre escena de un escuálido joven disparando una metralleta en calzoncillos); el joven repartidor que pretende cambiar las bolsas de plástico llenas de comestibles del supermercado por el calibre 9 mm de una beretta: aprender a morir soportando un disparo a quemarropa parapetado detrás de un chaleco antibalas; los contratistas de recogidas de basura que buscan agujeros tamaño estadio (la reducción de costes, esencial en cualquier actividad capitalista) para enterrar bidones de residuos peligrosos: Nápoles está hasta el cuello de mierda, no sólo por los miles de toneladas de basura abandonada en sus calles; el sastre Pascuale, genuino símbolo de la bonanza que se levanta sobre la economía sumergida, talleres clandestinos que visten el glamour astronómico de Hollywood: oxigeno para que las grandes firmas apuntalen sus beneficios sobre el trabajo esclavo: porcentajes inalcanzables cuando las cosas se hacen como deben. Tanto asunto atractivo, tanto tema interesante. Y sin embargo poco explicado, inacabado, insuficiente para que el espectador que no tenga el libro a mano alcance a entender la magnitud del problema.
Si alguna virtud tiene el libro de Roberto Saviano, en el que está basado la película, es lo bien que quedan reflejados en el los mecanismos del Sistema (ningún napolitano lo llama Camorra, al parecer, utilizándose este otro nombre: eufemismos). Sus negocios en el mercado textil, la estructura jerarquizada del narcotráfico, las inimaginables formas de extorsión y ajustes de cuentas y, lo más terrible, su mimetismo con la población local y su tejido productivo, de forma que se acaba pensando que la Camorra es su único medio de subsistencia, el motor de su sociedad. Al escritor le han condenado a muerte: algunas páginas del libro parecen un listín telefónico por la cantidad de nombres que figuran en el: por decir las verdades perdí las amistades, que dice el refrán. Así que Roberto Saviano se convertirá en un merecido símbolo de búsqueda de la verdad y de deseo de justicia. La pluma es más poderosa que la espada. O no.
La película funciona en su estética de arrabal, pero poco más o menos que cualquier documental de "Callejeros". Rodada en parte en Las Velas, esos edificios enormes como pirámides: vetustos y decrépitos como ellas, también. Siniestras madrigueras de criminales, vigiladas por pequeños palis que desde la infancia recibirán como única alternativa vital la violenta vida del clan mafioso. Denuncian que Garrone pactó con la Camorra para poder realizar el rodaje de la película. Será por eso que el autor de la "Gomorra" filmada no ha recibido la misma sentencia tajante que el de su hermana escrita. Con uno que se muera..., como decía el payaso.