domingo, diciembre 07, 2014

"Winter sleep", de Nuri Bilge Ceylan

La identidad y la máscara
Capadocia, nombre asociado a destino turístico mundialmente conocido y anhelado, una equis en el mapa a la que a todo dominguero bien forrado le gustaría realizar una escapada: un vuelo cómodo y sin retrasos, un trayecto por tierra a ser posible más cómodo aún y después una estancia breve en un hotel de esos con encanto: saturar de imágenes el disco de memoria de una cámara fotográfica y pasearse por allí vestido como si uno fuera a coronar el Everest. El rey del mundo, del mundo convertido en un parque temático al que cualquiera puede entrar sin más que abonar el precio de la entrada. ¿Quiere un caballo? Ahora mismo le capturamos uno. Turismo pervertidor del propósito original de la construcción (Venecia se hunde bajo el peso de cientos de miles de gordos turistas indocumentados), paisaje de rocas horadadas antiguamente para que una población mísera se protegiera de gélidos inviernos y veranos abrasadores, para sobrevivir al clima y a las cabalgadas de ejércitos dispuestos a adueñarse, a sangre y fuego, del territorio del vecino. Todo preparado para acoger al visitante, cuerno de la abundancia, pero ninguno de esos excursionistas querrá rasgar el decorado y pasar a la zona de servicio, allí donde se encuentra la vida real del sitio visitado. No sólo es un hotel, también es el hogar de alguien. Segundo nivel del juego de máscaras.

La construcción del mundo
En su libro "Las sombras errantes" tiene Pascal Quignard una frase redentora: He buscado el descanso en todo el universo y no lo he encontrado más que en un rincón con un libro. Descubrir que la literatura es mejor que la vida y poner por delante un escudo vital, el refugio de la redención por el arte, el instante de la contemplación, de la revelación de lo trascendente. Pero es el hombre animal social, tiene familia (en este caso, una hermana recién divorciada, despechada y dispuesta a canalizar ese desprecio interior hacia los que se encuentran a su alrededor), tiene pareja (el desamor y el desarraigo como efectos secundarios indeseables para la enfermedad química del enamoramiento) y tiene conciencia. Momento de acudir a otro autor genial, Milan Kundera y "La inmortalidad": no es el pienso, luego existo, sino el siento, luego existo: Pienso luego existo, es el comentario de un intelectual que subestima el dolor de muelas. Siento luego existo es una verdad que posee una validez mucho más general y se refiere a todo lo vivo. (...) La base del yo no es el pensamiento, sino el sufrimiento, que es el más básico de todos los sentimientos. En el sufrimiento, ni siquiera un gato puede dudar de su insufrible yo. En un sufrimiento fuerte, el mundo desaparece y cada uno de nosotros está a solas consigo mismo. El sufrimiento es la universalidad del egocentrismo. Los celos, la soberbia, el odio: ser muy leído no inmuniza contra las pequeñas vanidades mundanas. Mucho resentimiento y poco amor. Película de soledades.

Los desposeídos
El tercer nivel del juego de máscaras impacta en la trama como una piedra que destroza un parabrisas. El dueño del hotel es un propietario, un notable, el rico del lugar: la bohemia intelectual se esconde y las gafas de leer se olvidan en cualquier parte cuando nos ponemos a hablar de números. ¿Quién vive en esas casas tan bonitas? El turismo rural se extiende por zonas en las que la vida cotidiana es dura: trabajo a la intemperie mal remunerado, economías de subsistencia y horizontes sin esperanza. Ahí el maná del turismo no llega, en esa frontera se seguirá a lo suyo varios siglos más, esperando una oportunidad de prosperar que le evitará eternamente. Pero mucho peor que ser pobre es dar lástima y que los vecinos sepan que no pagas tus deudas, que no eres honrado: guardar siempre las apariencias. No existen el buen salvaje ni la bucólica vida campestre. Lo que anida con fuerza es un profundo rencor clasista que permita, algún día, devolver el golpe. El orgullo como única riqueza.


8 comentarios:

  1. Pues sí señor, magnifico texto al que yo no tocaría ni una coma.

    Toda la película es un juego de máscaras que vamos desvelando y ninguna resulta cómoda, más bien todo lo contrario, consiguen dejarnos a la intemperie y hacernos sentir ese frío que acompaña al paisaje. Y para colmo sus máscaras pueden ser fácilmente las nuestras, ufff.

    Y tal vez el único personaje con el que abrigarse un poco sea ese niño, y leyéndote se me ocurre pensar que precisamente por eso: aún no ha tenido tiempo de elaborar su máscara. Aunque a medida que transcurre la película comienza a darse cuenta de ellas, tanto adulto obligándole a ello.

    Pues eso, una maravillosa película que clava sus costuras.

    Saludos

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    1. Gracias, Marga. La verdad es que no sabía muy bien cómo cerrar la entrada y tu frase sobre el niño y su máscara hubiera sido un colofón excelente.

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  2. Querido Licantropunk, qué ganas. Ya me estáis avisando tú y Marga. Y yo sin verla todavía. La voy dejando escapar. Aunque sé que más tarde o más temprano la veré. Además con el aliciente de las máscaras y lo que hay detrás de ellas... Un texto lleno de buenas claves.

    Besos
    Hildy

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    1. Desde que me enteré de que este director había ganado en Cannes este año, me puse a buscar su filmografía, a ver de qué trataba su cine, y fue una sorpresa estupenda. Así que he llegado hasta "Winter sleep" con referencias para poner a la película en contexto. Gran director.

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  3. Mr. Licantropunk, el ser humano y sus miserias; el guion llevo seis meses de escritura. Cordiales saludos.

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    1. Una característica de esta película respecto a otras que he visto del director, es que ésta tiene mucho diálogo, así que no me extraña que se hayan trabajado el guión a fondo, se nota en el resultado. Una película del mismísimo Éric Rohmer, me pareció.

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  4. Precioso texto, de los que da gusto leer independientemente de lo que hable.. En cuanto al director, conozco tres monos, que es una película visualmente impactante, aunque algo lenta en su desarrollo.

    Esta no la he visto, pero leyéndote parece que merece la pena. Cuidate

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    1. Gracias, Plared. "Tres monos" no se parece mucho a "Winter sleep": en una son protagonistas los silencios y en la otra las palabras. Bueno, y "Winter Sleep" dura hora y media más... Hora y media más de placer, of course.

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