viernes, agosto 23, 2013

"Tú y yo", de Bernardo Bertolucci


¿Qué fue primero, la música o la tristeza? 
La gente se preocupa porque los niños jueguen con armas, o vean vídeos violentos, pensando que ese tipo de cultura de la violencia les afectará demasiado. Pero nadie se preocupa por niños que escuchan miles, literalmente miles de canciones sobre corazones rotos, rechazo, dolor, tristeza y pérdida. 
¿Escuchaba yo música pop porque estaba triste? 
¿O estaba triste porque escuchaba música pop?

Rob Gordon, "Alta fidelidad"

Aquel monólogo que pronunciaba John Cusack en la película de Stephen Frears, aquella cuestión existencial que se planteaba al espectador, que seguro que había consumido también mucha música pop, era realmente inquietante. ¿Hubiera sido, entonces, un mozalbete feliz en vez de un chaval introvertido y airado si hubiera sintonizado más AM y menos FM? ¿Habría habitado una sonrisa permanente en mi cara si no hubiera escuchado constantemente las canciones, títulos a rotulador en las cintas TDK, de una interminable lista de grupos que ni siquiera voy a intentar enumerar? ¿Por qué aquella melancolía? ¿Y por qué la del joven Lorenzo (Jacopo Olmo Antinori), un niño bien amado por sus padres pero al que le resulta complicado conectar con algo que no sea su portátil y su mp3? La música, fijo: Rob tenía toda la razón. "Boys don't cry" de The Cure, la canción que Lorenzo enchufa en sus auriculares al comienzo de la película, seguro que tiene gran parte de culpa: las míticas melodías del grupo de Robert Smith sumergían en aguas cenagosas, ofreciendo a cambio, contradicción irresoluble, la redención del espíritu.

Pero los motivos de la tristeza de Lorenzo, de su deseo de aislamiento (son los auriculares tapones, que no altavoces), que le llevan a realizar su plan de esconderse en el sótano familiar, intrépido anacoreta adolescente (los ojos de Lorenzo son fieros, voraces), no son importantes para la historia de "Tú y yo", traducción educada para el "Io e te" del título original: mantener el orden italiano de los pronombres hubiera dado lugar a un cartel más impactante ("Tú y yo" además ya estaba cogido: el romántico encuentro en el Empire State entre Cary Grant y Deborah Kerr, dirigido por Leo McCarey, y que inspiraría, décadas después, el de Tom Hanks y Meg Ryan en "Algo para recordar" de Nora Ephron). A Lorenzo, ese aprendiz de Scrooge, misántropo y asqueado, prematuramente de vuelta de todo, le va a visitar una noche el fantasma de las navidades futuras, su hermanastra Olivia (Tea Falco). Olivia es un cruce de caminos perdido en medio de ninguna parte, entre las drogas y el arte, agotada por la notable aspiración de apurar todos los placeres que ofrece la vida. Olivia es la advertencia (despierta, Ebenezer) y también el amor prohibido: el sexo está en la mente freudiana del espectador, no en el celuloide. ¿Qué se llevaría un chico de 14 años a una isla desierta? A Olivia, naturalmente, lo único que no tiene, lo que en verdad necesita. Y, cerca del final, un lento mecido por la versión italianizada de los acordes del "Space Oddity" de David Bowie (titulada "Ragazzo solo, ragazza sola", soledades interferidas, una letra distinta pero cantada por el propio Bowie en 1969), más que suficiente para que los condenados del dilema de Rob Gordon salgamos de la sala silbando sonrientes, redimidos de nuevo por la música y, por supuesto, por los magistrales fotogramas de Bertolucci.

18 comentarios:

  1. Además, fue una suerte el verla en versión original. ¿Qué habrán hecho en el doblaje con la canción de Bowie?
    Me ha gustado mucho tu entrada, lo que dices (escribes) de la película. Tendrías que haber puesto la canción al principio, para leer con la música de fondo. La contradicción a la que te refieres: la música te lleva al fondo, la música te sube a la superficie. Voy a escucharla otra vez.
    besos.

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    1. El dilema que plantea Rob Gordon, un razonamiento tan simple como aterrador: los adolescentes escuchan mucha música pop, los adolescentes están tristes, luego la música pop provoca tristeza. Yo creo, por en contrario, que es al revés: la tristeza va antes y la redención que te ofrece una canción de tres minutos es la única verdadera.
      Rock, my religion!

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  2. Me mataste con esta entrada, creo que estuve a punto de moquear. Por la tristeza de mi adolescencia, cuando por primera vez vi a Robert en la portada de una revista y dije "este es el tipo", o por Cusack y su increíble poder sobre mí, o Boys dont cry o Lorenzo. Necesito abismarme otra vez en este film. Un abrazo.

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    1. Grandes "The Cure": el día que yo muera que suene "Boys don't cry" en el funeral.

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  3. Perdón, cuando digo el film digo Alta fidelidad, pero también Dreamers, y ésta, que creo que ya me gusta. Abrazo.

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    1. Sí, merece la pena volver a la película de Stephen Frears, yo lo hice hace poco. Es de las mejores adaptaciones cinematográficas de una novela que yo haya visto, incluso creo que mejora el original de Nick Hornby.

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  4. No he vist ola película, pero el libro me ha encantado y bertolucci es uno de los míos así que tengo casi todos los boletos premiados ¿no? Dejemos una rendija al azar. Besos.

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    1. Ya me enteré en la proyección de que era la adaptación de una novela, así que tomo nota de conseguirla.

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  5. Mr. Licantropunk, ¿qué seriamos sin la musica? Doy gracias porque hay musicos como Bowie, gracias a ellos nuestros dias grises no lo son tanto. No he viusto el film, pero lo tendre en cuenta. Un saludo.

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    1. Bowie es otro de los que lleva toda la vida en la oreja. Cuando digo que salí del cine con "Space Oddity" dando vueltas (estelares) en la cabeza, no puntualizo que la canción tardó horas en abandonarme. Y fueron horas estupendas, claro.

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  6. ... Por ahora la he dejado escapar... pero tu texto... me ha hecho pensar que quizá deba acercarme a la sala de cine.

    Beso
    Hildy

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    1. La recomiendo sin reservas. Un oasis entre tanto blockbuster veraniego.

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  7. http://lulafortune.blogspot.com.es/2012/05/tu-y-yo.html

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    1. Sí, ya decía yo que el nombre de Niccoló Ammaniti me sonaba. ¡Qué vueltas da la vida!

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  8. Pues nada, que recién aterrizada (y al igual que usted hace unas semanas, con ganas de morder) me merezco una película gozosa, este finde me pasaré.

    Y opino como usted, primero es la tristeza y luego la única redención posible viniendo de la música. No me da la gana pensar otra cosa aunque no lo fuera, jeje. Y ya nunca te abandona esa necesidad, como tantas otras que hunden sus raíces en esos años extraños y crecederos.

    Saludos y rock! ou yeah

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    1. Películas que despiertan sentimientos. Me voy por la música, como un recuerdo a compartir con el joven Lorenzo, pero en la película sólo es una mínima parte, apenas la banda sonora. Pero trascendental, por supuesto.

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  9. Acabo de terminar, a duras penas, de verla, en una pàgina de esas. A este pueblo, los pocos cines no traen estas pelìculas, pero llega, gracias a dios, la pasión que destilás en cada crítica. Y juro que cuando te leo, no siempre (en ocasiones me pueden los prejuicios), me desespero tratando de encontrar el film. Tuve suerte. Ellos dos me parece que están maravillosos. Pero sobre todo, Bertolucci, en una historia aparentemente simple, con tanta cosa que subyace y nos hace pensar, que el mundo debiera ser así, poder hundirnos en un sótano de vez en cuando y escuchar canciones, sobre todo.
    Un abrazo (también pido Boys dont cry mientras me creman).

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    1. Tenemos que hablar de esos prejuicios, amigo Darío, je, je. Yo también tengo algunos (¿quién no?) pero el ansia cinéfila debe ser capaz de evitarlos. Las películas son un tiro al aire, a ver si da en la diana y vemos algo maravilloso: muchas veces, la mayoría, el tiro acaba en mitad de la nada. O ahí apenas una pequeña escena, fantástica y singular, que vale por toda la proyección. Muchas gracias por tus comentarios y me alegro muchísimo (no sabes cuanto) de que alguna de las películas que pongo aquí y que a mí me han gustado, encuentren eco en alguien más.
      Saludos.

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