domingo, enero 20, 2013

"Amor", de Michael Haneke

En "Anatomía de un asesinato", de Otto Preminger, un teniente del ejército (Ben Gazzara) mata a balazos al presunto violador de su esposa (Lee Remick). En la película, obra maestra del género cinematográfico judicial, no aparecerá la escena del asesinato, ni habrá ningún flashback temporal que ayude a esclarecer las circunstancias del día de los hechos. Se asistirá a un duelo interpretativo de alto voltaje entre el abogado defensor, James Stewart, y el fiscal, George C. Scott, ambos empleándose a fondo para meterse en el bolsillo al jurado. El resultado del litigio se cimentará en la condición del "impulso irresistible": una persona afronta una situación límite y ésta puede terminar de un modo cruento pero inevitable, más allá de la capacidad para discernir si lo que el sujeto hace está bien o mal: el conocido estado de "enajenación mental transitoria": el demente no es culpable y el juez no puede determinar la responsabilidad de sus actos (el que quiera saber qué sentencia asume el bueno de Gazzara, que vea "Anatomía de un asesinato": ya tenías que haberla visto).
Como indica el título, "Amor" es una historia de eso. Una más, una de tantas, la cotidianidad de la relación entre dos personas: el sacrificio, la empatía, el afecto, lo bueno y lo malo, todo lo que llega años después de la locura química y urgente del enamoramiento desesperado. La costumbre del cuerpo próximo que no se quiere perder bajo ningún concepto, ante cualquier adversidad: dos frente al mundo.

Al cine de Haneke se le califica de sórdido, duro, frío, sin embargo eso es una aproximación superficial a la intención de esta obra. Sí es una cinta implacable, en cuanto a que carece de eufemismos, esforzándose en representar la realidad pero sin caer en el abuso sensacionalista. Y si es implacable entonces quizá deba ser violenta, sello de autor: apenas dos breves instantes que rompen la dinámica de la historia y que sacuden vivamente al espectador y a su conciencia. El impulso irresistible, como se ha indicado, difícil de juzgar, que debe ser sopesado por la platea, convertida en tribunal y en víctima (el sepulcral silencio de los créditos finales conduce hacia la salida a un público vapuleado, puede que también aterrorizado), un público que aporta el bagaje moral que se tenía antes de comprar la entrada y que se cuestiona o reafirma con lo visto en la pantalla: Haneke no juzga, solo expone con una maestría extraordinaria y el nada velado propósito de implicar al observador: derribar la cuarta pared.
Ya lo ha logrado muchas veces, ésta es una más.


10 comentarios:

  1. Mi querido Licantropunk, casualidad de casualidades llevo tiempo pensando un texto sobre ANATOMÍA DE UN ASESINATO... Y me has dejado con la boca abierta (y me ha chiflado) cómo empiezas esta reseña referenciando la película de Preminger para exponer el "impulso irresistible". Y entonces con tu planteamiento me has hecho pensar más todavía en AMOR, película-bofetada de Haneke que habla, sin embargo, de algo tremendamente cercano y cotidiano...

    Besos
    Hildy

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  2. Es la primera vez que no puedo vencer el miedo a ver una película...
    Un abrazo.

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  3. Mira que me gusta Haneke, mira que me muero de ganas por verla pero... no, me pasa como a Lula. Me puede el miedo.
    Tal vez dentro de unos años, ays.
    Saludos!

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  4. Esa quizas es la mejor virtud de Haneke. Su frialdad y capacidad para exponer gelidamente oscuros pasajes del alama humana.

    También su mayor defecto, ya que demasiadas veces, resulta lejano en sus planteamientos. Y se hecha de menos algo de implicación. Un director extraño sin duda y que dota a su cine de un carácter fríamente apersonal...no en vano es cine del norte con todo lo que eso conlleva. Cuidate

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  5. No la he visto pero la veré pronto ya que voy a asistir a un ciclio de Haneke. A una amiga mía le entusiasma. Le paso el enlace. Abrazos.

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  6. Mr. Licantropunk, aun no la he visto, pero estaria bueno que, en el caso de que se de, fuere Haneke quien recibiese la estatuilla en vez de Spielberg, saludos.

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  7. Hildy: me alegro de que te haya gustado la comparación, espero que no esté demasiado cogida por los pelos. Ya sabes, cuando escribas de "Anatomía...", mencionas "Amor", y viceversa.

    Lula Fortune: pues no te llevaré la contraría, ni mucho menos.

    Marga: la verdad es que es una película de amor y de terror. Pero de terror auténtico.

    Plared: quizás el director sea frío, que yo personalmente no lo creo, pero seguro que no deja frío al espectador, todo lo contrario. En alguna entrevista le he oído mencionar cómo intenta implicar al espectador en lo que sucede en la pantalla, alargando secuencias o realizando encuadres. No, su cine es un espejo: un espejo que nos mira a nosotros y no nosotros los que contemplamos la película.

    Tomás Serrano: no tiene mucho que ver en cuanto al tema tratado. La verdad es que no me recuerda demasiado a otras películas de Haneke. "Cache", si acaso.

    Marcos Callau: ¿un ciclo Haneke? Qué suerte. Ya nos contarás.

    Belknap: pues supongo que Haneke estará en distinta categoría que Spielberg. No he visto "Lincoln" y seguramente vaya a verla. Pero de verdad que cada vez me parecen más lejanos el cine europeo y el estadounidense. El cine europeo quizás es propenso a abordar temas de "realidad", pero realidad artística, ojo, y completamente cinematográfica. Hace pocos años se acercaron, con alguna de David Fincher, otra de Paul Thomas Anderson, incluso el viejo Eastwood o los Coen, pero el cine de EEUU que veo últimamente en su mayoría tiene factura de películas para televisión.

    Saludos a todos.


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  8. Decepcionante. Demasiada "cotidaneidad". Como si el punto de vista fuera el del vecino ése con acento español.

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    1. "Amor" no es de lo que más me ha gustado de Haneke, en realidad, pero esa cotidianidad insoportable es el mayor valor de la película: la condición de drama puede aparecer en la vida de cualquiera, en cualquier momento, y las familias albergan secretos inconfesables. Si la película te ha colocado en el punto de vista del vecino, ese voyeur que no conoce al que vive al lado pero que pega la oreja a la pared con un vaso vacío, entonces supongo que el director austriaco pensará: ¡misión cumplida!

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