sábado, marzo 31, 2012

Novela. "Puentes y Sombras", de Fernando de Cea


En la parte de atrás del libro figura una verdad esencial: El que no lee, sólo vive una vida. Y añadiría: el que no ve películas... lo mismo. Literatura y cine: una costumbre se convierte en una necesidad.

De cine sabe un montón Ethan, que desde el blog de Ethan lleva varios años sentando cátedra con sus críticas inteligentes a cintas de todas las épocas. También incluye secciones fijas que aparecen de cuando en cuando, como son sus disecciones certeras de secuencias cinematográficas, auténticas lecciones de técnica y estilo, en su Cine Fórum, o la mezcla gastro-cinéfila de Cine y Tapas o el detalle de adelantar las opciones más interesantes de la cartelera televisiva semanal en Cine en TV. Entre mis favoritas está el seguimiento anual, corresponsal de excepción, que realiza del Festival de Cine Europeo de Sevilla: qué hay que ver en los meses siguientes.

Resulta que Ethan también ha escrito una novela (al menos una, que yo sepa), una novela negra ambientada en Sevilla, titulada "Puentes y sombras" (Ed. Abec: cómo conseguirla: consulten a su librero de cabecera, en cualquier caso), y escrita bajo el seudónimo Fernando de Cea (es broma: para mí su autor se llama Ethan, claro: ese peliculero con sombrero de cowboy que se aleja hacia el ocaso: los autores de los blog son palabras que una vez reunidas arrojan una impresión que puede ser completamente falsa sobre quién está detrás o, todo lo contrario, reflejan la verdad esencial: así somos en realidad y el humano que me teclea es una máscara cotidiana). Que "Puentes y sombras" es muy buena lo alumbran el puñado de capítulos que he leído de ella en el propio blog de su autor y cualquiera puede acercarse por allí para comprobarlo: yo tendré que leerla hasta el final para certificar, como todo indica, que es una gran novela. Porque el libro, ese objeto mágico, ya está en mis manos.

Enhorabuena, Ethan.

domingo, marzo 25, 2012

"Los idus de marzo", de George Clooney

Cine político. Este fin de semana la causalidad (que no la casualidad) ha encadenado tres películas del género. A la que encabeza esta entrada, selección de la cartelera para una escapada al cine de sábado noche, hay que añadir "La pelota vasca" de Julio Medem y "El desafio: Frost contra Nixon" de Ron Howard, ambas desde el DVD. La de Clooney fue el colofón, cinta más relacionada, por supuesto, con la historia de presidentes estadounidenses de Ron Howard que con el vapuleado documental del no menos vapuleado director vasco, Medem (no lo había visto en su día, lo veo ahora para rematar la filmografia de Medem que me faltaba: no me extraña que lo lincharan: no me extraña no quiere decir que comparta o que entienda los motivos del linchamiento). Pero a Medem lo dejo para el siguiente número de "La caja de Pandora", ese "Made in Spain" que saldrá a la luz en el mes de mayo. Ahora toca EEUU, si bien la trama de "Los idus de marzo" sería fácilmente localizable en el proceso electoral de cualquier sistema democrático.

Le doy la razón a mi colega Deckard, patrón del estupendo blog "Tribulaciones de un replicante", cuando comparó "Los idus de marzo" con "El ala oeste de la Casa Blanca": comparar desde la inferioridad evidente de la última de George Clooney respecto de la fascinante serie creada por Aaron Sorkin. "Los idus de marzo" se queda en remedo de capítulo largo de aquella (tampoco tan largo: a mí me parece que "Los idus de marzo" termina antes de tiempo y de forma algo abrupta) pero con un empaque menor que el de cualquier guión (¡qué diálogos!) de cualquier entrega de las primeras temporadas del mandato presidencial-televisivo de Martin Sheen (Bartlet for America!). Del filme habrá que destacar su gran reparto: Ryan Goslin y George Clooney, claro: pero más aún y sobre el resto, Paul Giamatti y Philip Seymour Hoffman: tiburones de campaña electoral de vuelta de todo, de chaqueta arrugada con manchas de café y hálito de nicotina y que aportan credibilidad frente a los dones poco argumentados de Goslin y Clooney.
En esta nación puedes invadir un país, puedes iniciar una guerra sin motivos, pero no puedes follarte a una becaria
Me gustó mucho "El desafio: Frost contra Nixon". La dimisión forzada de Richard Nixon desmiente esa frase que se pronuncia en una escena de "Los idus de marzo". A él lo echaron por otros motivos, aunque lo echaron por motivos nimios (en el sentido de la frase) si los comparamos con algunos "logros" como, por ejemplo, el menos conocido de fulminar la sanidad pública en Estados Unidos (ver "Sicko", de Michael Moore). Nixon inició un proceso histórico de desconfianza hacía la clase política: una de sus mayores contribuciones fue conseguir que se le ponga el sufijo gate a cualquier escándalo político estadounidense. Tricky Dick: Dick el tramposo. El líder político es un trilero (pido perdón a los trileros), un tramposo dispuesto a todo con tal de alcanzar el poder. Un tramposo y por tanto un traidor, pero un traidor que, toda precaución es poca, exige lealtad absoluta de los que le rodean: ¿Tú también, Bruto?

A Nixon Gerald Ford, su sucesor, su vicepresidente, le concedió el indulto total. Los muertos bien enterrados en el jardín: en política es muy difícil hacer justicia, proclama George Clooney en su película. Pero, por si acaso, abrígate, presidente, que todavía estamos en marzo.

martes, marzo 20, 2012

"Melancolía", de Lars von Trier

Los cines Van Dyck de Salamanca programan durante estos días, del 5 al 22 de Marzo, el ciclo "30 Semana de Cine e Idiomas", una oportunidad única en la ciudad para disfrutar en pantalla grande de cine en versión original. Cine del bueno y a precio reducido, además: no sé como no hay tumultos en las taquillas. Merecería la pena haber visto el ciclo completo, por supuesto, pero, qué se le va a hacer, sólo ha habido oportunidad para una. Con una, sobre todo si es esta cinta y uno es de buen conformar, ya va bien: pequeñas alegrías.

Melancolía mortal: el apocalipsis según Lars Von Trier.
Dos hermanas imposibles, Justine y Claire, Kirsten Dunst y Charlotte Gainsbourg, la rubia y la morena: dos interpretaciones espectaculares. La primera de ellas se llevó el año pasado el premio de Cannes a la mejor interpretación femenina, el mismo premio que la segunda había conseguido con la anterior película del maestro danés, "Anticristo" (con Lars las actrices lo bordan: Emily Watson en "Rompiendo las olas", Björk en "Bailar en la oscuridad", Nicole Kidman en "Dogville"). A su lado Kiefer Sutherland, que tampoco está nada mal cuando tiene que colgar su placa de agente de la C.T.U. (Jack Bauer en "24"), y alejarse de los papeles de héroe de acción. Aparecen otros habituales del cine de Lars Von Trier como Udo Kier o Stellan Skarsgård (su hijo, Alexander Skarsgård, interpreta el papel del recién casado Michael: notable actor que ya dejó huella interpretando al sargento Colbert en la fantástica serie bélica "Generation Kill") y la nada desdeñable pareja formada por Charlotte Rampling y John Hurt: con padres como esos no me extraña que salgan así las hijas. Resumiendo, un reparto excelente y esforzado al máximo: una garantía.


Dos hermanas, dos historias y un prólogo fascinante, hipnótico, igual que en "Anticristo", y de nuevo indagar en la mente, hurgar en la angustia, en la depresión de la que ha sido víctima el director, ese loco. De nuevo determinar que la vida es un lugar terrible y que más valdría que apareciera un planeta asesino en el firmamento, un planeta que, en magnífico choque destructivo, colisionara con el nuestro y acabara con todo: la melancolía mata: la bilis negra que asfixia el impulso vital de levantarse y afrontar un nuevo día. La música de Wagner impregna la película de principio a fin, avasalladora, espectacular, inmensa: el sentimiento wagneriano, como cantaba Pablo Carbonell (aquellos días del estado volcánico: ¡ignición!, ¡magma!). Una música trascendente y épica: romanticismo megalómano. Si "El árbol de la vida" de Terrence Malick era el lado optimista, la cosmogonía creadora, el nacimiento, "Melancolía" es el contrapunto necesario para dar equilibrio al universo. Es curioso constatar las similitudes (en negativo: el reverso) entre ambas cintas, las dos del mismo año, posiblemente las mejores de la cosecha: dos directores, dos películas, dos genios.

Película creada para quitarle el aliento al espectador, para derrotar su ánimo exhibiendo una alegoría de destrucción absoluta: íntima y universal: primero la chica y después el mundo. El tópico dice que es un cine que no deja indiferente a nadie. Menos mal, porque en realidad es la única cualidad que hace que el cine avance, que el esfuerzo de realizar una película merezca la pena. Ya se verá después cuáles fueron obras maestras.

domingo, marzo 11, 2012

"Blackthorn", de Mateo Gil

Cuatro premios Goya se llevó este notable western, premios de esos que llaman premios técnicos, como si fueran la deleznable morralla frente a los otros, a los artísticos. Pero la fotografía de este filme está ahí, premiada ante todas las demás, y la fotografía es el epicentro del arte cinematográfico: sin fotogramas de celuloide no eras nada, proyector amado, aunque ahora tengas un nieto digital. Los farallones de Arizona mudan en altiplano andino y el Llano Estacado ahora es el impresionante salar de Uyuni, de modo que la épica del paisaje avasallador del muy lejano oeste se hace presente una vez más, poderosa y rotunda: el territorio indómito, testigo mudo de la avaricia humana. Una vez más.
Crepuscular, por supuesto, tan crepuscular que se atreve a poner sobre su caballo al mítico Butch Cassidy, avejentado y oculto en Bolivia, que no murió en aquel tiroteo contra los soldados, no, en "Dos hombres y un destino" de George Roy Hill, y que ahora en vez de la cara del difunto Paul Newman tiene la de Sam Shepard, que borda su papel, motivo más que suficiente para ver "Blackthorn" (recuerdo "Elegidos para la gloría" de Philip Kaufman, epopéyica película del año 1983 en las que aparecen algunas de las que serían caras habituales del cine estadounidense posterior como el propio Shepard, pero más aún, Ed Harris, Dennis Quaid, Scott Glenn, Fred Ward, Lance Henriksen: una película generacional de grandes actores). Crepuscular y maniquea, pues ese es otro de los rasgos definitorios del género, buenos contra malos, aunque ya hace muchos años que descubrimos que los indios no eran los malos y que el héroe es políédrico: lo mostró Ethan Edwards como nadie: John Wayne en "Centauros del desierto" de John Ford: el héroe está sujeto a fuerzas que vapulean su destino: Ulises, ¿de dónde vienes?: hacer lo que se debe hacer es transitar por un lugar terrible.
Un western nominado a mejor película del año 2011. Casi seguro que en 25 años de historia del premio, es la primera vez que sucede, la primera vez que ese género alcanza tanto honor en España. Decía Santiago Segura en su genial intervención durante la ceremonia de entrega, que "Vente a ligar al oeste", de Pedro Lazaga, era la última que él recordaba. Francamente, yo no la recuerdo, seguro que aquella era una gran película. "Blackthorn", aunque no se trate de una obra maestra, perdurará en mi memoria.

sábado, marzo 03, 2012

"Luces rojas", de Rodrigo Cortés

Pocas ocasiones como la de ayer, la ocasión de acudir a ver una película el día de su estreno, que además es la película de un paisano, de un vecino de tu misma ciudad. Aún más, vamos al cine deslumbrados todavía por aquella fantástica película de hace dos años, "Buried", la realización anterior de Rodrigo Cortés: un listón muy alto que no sabemos si el director será capaz de superar. Aquel gran éxito parece que le ha abierto las puertas a mayores presupuestos y grandes nombres en el reparto. La actuación más destacada es la de Cillian Murphy, cara que sonará de "Origen" de Christopher Nolan o de sus apariciones como el Espantapájaros en los dos Batman del propio Nolan, "Batman begins" o "El caballero oscuro". Sin embargo su nombre en el cartel quedará a la sombra de dos entradas destacadas de la enciclopedia universal del cine: Sigourney Weaver y Robert De Niro: no está nada mal para un director criado a este lado del rio Tormes. La estrella de ambos se ha apagado un tanto durante el siglo XXI, si bien parece que la veta actoral de De Niro está más agotada que la de Sigourney Weaver, cuya actuación resulta más convincente que la de su compañero de reparto (son de la misma generación de actores, más o menos, pero, por lo que pobremente recuerdo, me parece que es la primera vez que coinciden en una película: el que conozca lo contrario que me ilumine, por favor). A mí el aspecto de Robert De Niro en "Luces rojas", me recuerda a Ángel González Quesada, poeta salmantino muy ligado a la primera trayectoria artística de Rodrigo Cortés, cuando ambos actuaban en el "Café Teatro de La Vega". De hecho el poeta hace el personaje del presentador en "Concursante", el primer largometraje de Rodrigo Cortés, cinta protagonizada por Leonardo Sbaraglia, que también aparece en "Luces rojas". Resumiendo, "Luces rojas" me recuerda más a "Concursante" que a "Buried", sin duda alguna. Y si Ángel González Quesada hubiera hecho el papel del mentalista Simon Silver en "Luces rojas", nadie hubiera notada la diferencia salvo al mirar el D.N.I.

Cuando un escultor esculpe, por ejemplo, un conejo a partir de un bloque de piedra, el artista puede resumir su tarea argumentando que él sólo se ha dedicado a quitar de la piedra todo aquello que no se parece a un conejo, en concreto a la imagen de un conejo en particular, aquella que habita en su cabeza: el conejo siempre ha estado dentro de la piedra, diría el escultor, únicamente me he limitado a apartar estorbos de la mirada para que los demás también pudierais verlo. Por tanto el escultor juega con ventaja porque sabe qué figura surgirá al final mientras que el resto le vemos aporrear un pedrusco con una maza y un cincel. Si es un mal escultor, quizás en vez de un conejo aparezca una vaca y el escultor diga que eso era lo que él quería obtener, una vaca, y se quede tan tranquilo. Pero este no es el caso: el conejo siempre estuvo dentro de la chistera: ¿cómo esconder un mirlo blanco en una bandada de mirlos comunes? Pintándolo de negro, claro.

Película de detectives desarmados, de francotiradores de la lógica, de cazafantasmas (Sigourney Weaver aparecía, long time ago, en "Los cazafantasmas" de Ivan Reitman, aunque del otro lado de la línea de sal: las fuerzas oscuras), de fantasmas de los que arrastran cadenas por las noches y también de los otros, de los que pretenden ser más de lo que son. Destapar fraudes y engañabobos y entronizar a la diosa razón. El escultor juega con ventaja, decíamos. Rodrigo Cortés, guionista y director, coloca delante del espectador multitud de acertijos, de triquiñuelas, de juegos de manos, planteando constantemente la misma pregunta: ¿hay truco? ¿es verdad o es mentira? ¿dónde está la bolita? Imposible contestar: múltiples respuestas. El director se guarda el as en la manga pero eso tampoco se puede saber: no se ve la baraja, no se ve la manga. Película tramposa y no se entienda como peyorativo el adjetivo: las trampas son parte del juego planteado en esta cinta: la parapsicología es la ciencia del embuste. Dejarse llevar y que los cabos se aten solos o no, porque tampoco está tan mal salir del cine sin todas las respuestas.