martes, febrero 28, 2012

Cortometraje. "La barra de pan", de Tomás Serrano

Desde Waldo Walkiria World, "El sol del membrillo" revisado a "La forma de la baguette": un objeto cotidiano que pasa a ser algo extraordinario: el McGuffin del proceso creativo. Y buena técnica cinematográfica, sin duda.

No se lo pierdan.


THE BAGUETTE from TOMAS SERRANO on Vimeo.

Y de paso celebrar que en Nueva Entrada ha aparecido un número redondo, el 400. ¿Qué mejor que celebrarlo con los amigos?

martes, febrero 21, 2012

"Shame", de Steve McQueen

Sostenía Pasolini que su película "Saló o los 120 días de Sodoma" era una denuncia contundente de la opresión que ejercieron los regímenes fascistas durante la primera mitad del siglo XX. Más allá de una revisión contemporánea de la obra literaria del marqués de Sade escenificada en una república de nunca jamás, más allá de fotogramas colmados de vejaciones y perversiones sexuales de toda índole, más allá de la violencia impía y de la obscenidad pornográfica, había un mensaje, una intención política. Poco después del estreno de esa obra maestra, en el año 1975, Pasolini murió asesinado.

El espectador de "Shame" (no confundir a su director con el chico de Cincinnati) deberá también ser capaz de separar la paja (perdón: chiste malo, pero tenía que hacerlo) del grano. "Shame" es el retrato de un joven ejecutivo, un hombre elegante, un gentleman moderno, una fachada pulida que en realidad enmascara a un desquiciado estajanovista del sexo: la historia de una adicción compulsiva, de una caída desesperada. Un retrato tan colmado de detalles que dejan "La Gioconda" a la altura de un boceto apresurado: demasiados detalles, explicaciones sobrantes: la sutileza, esa desconocida (me recordó a "Muerte en Venecia" de Luchino Visconti: me la recordó por todo lo contrario). Aún así, un extraordinario actor, Michael Fassbender, exigido al máximo en el que creo que es su primer papel como protagonista absoluto, y una cinta llena de lirismo, con esa banda sonora tan acertada, aunque sea el lirismo de las mujeres muertas de "Henry, retrato de un asesino" de John McNaughton. Tres escenas por poner ejemplos de brillantez: una cacería de miradas en un vagón de Metro, sin aliento y sin piedad; una carrera nocturna por Nueva York filmada con el ojo de Jim Jarmusch; la demora intencionada en la interpretación del tema "New York, New York": crooner rubia de voz aterciopelada. Sí, una cámara osada pero siempre colocada con acierto. Fassbender como un personaje de Fassbinder.

Pero íbamos al grano, es decir, el mensaje que demandaba Pasolini: el egoísmo del hombre moderno, cuál si no. Tanta provocación, tanto escándalo en el celuloide para acabar convertida en una película moralizante.
Ay, el sexo sin amor.
Pero "Love is all", dice The tallest man on Earth:

domingo, febrero 12, 2012

No al préstamo de pago en bibliotecas


Falleció Germán Sánchez Ruipérez, una vida alrededor del libro. Desde la librería Cervántes a la editorial Anaya, y de ahí a la fundación que lleva su nombre, el peñarandino siempre haciendo patria: de Salamanca al mundo entero. El fomento de la lectura como una obsesión vital, una labor permanente, inacabable: una piedra de Sísifo siempre a punto de rodar ladera abajo.
La campaña en defensa de las bibliotecas públicas no es nueva, ya lleva años en marcha. En el año 2004 se publicó un manifiesto en oposición a que las editoriales recibieran una compensación económica, un canon, por los prestamos que se realizaran de sus obras. Parece que aquella idea, pergeñada cuando la palabra canon estaba tan de moda, no prosperó. Pero de nuevo arrecia la tormenta, esta en vez en forma de recortes presupuestarios, así que se están llevando a cabo diversas convocatorias de protesta como la reciente marea amarilla. La cultura no importa, la cultura es algo secundario, la cultura no da de comer.
¿Cómo se explica la necesidad compulsiva de leer a alguien que nunca ha sentido ese afán? Francisco Machuca apuntó en su día una frase de Alberto Manguel: 'Las campañas de lecturas son hipócritas. Cualquier gobierno prefiere un pueblo estúpido a uno inteligente'.
Esa cita encabezaba un estupendo artículo acerca de la obra "Manifiesto personal" de Ana Mª Moix: iletrados políglotas. El hombre moderno es apto para leer en varios idiomas pero al enfrentarse a un texto largo es incapaz de entender nada de lo escrito: al cabo de un rato se pierde, su concentración se desploma, el leve esfuerzo intelectual le supera irremisiblemente. Leer, pensar, alimentar la mente. Poco hay que parezca más necesario.
Yo he sido siempre un ratón de biblioteca: pasar la vista por anaqueles llenos, deslizar la mirada como si fuera un dedo por el lomo del libro y escoger. Cada portada una promesa, cada autor una esperanza. Y cuando me hice mayor y tenía con qué gastar, ese reflejo adquirido me condujo a multitud de librerías, a hacer lo mismo, a elegir, pero a pagar en esta ocasión. Y lo sigo haciendo, felizmente, mientras se pueda permitir uno el dispendio. Y también sigo acudiendo a la biblioteca, cada semana, y esto me gustaría poder seguir haciéndolo siempre, sin pararme a pensar si llevo algo suelto en el bolsillo.

La web de la campaña en defensa de las bibliotecas públicas es: http://noalprestamodepago.org/

¡Libro!¡Todos somos contingentes, pero tú eres necesario!

miércoles, febrero 08, 2012

"Los Muppets", de James Bobin

Los Teleñecos. Aquel "El show de los Teleñecos" que se emitió en España hace treinta años y que era el hermano mayor de "Barrio Sésamo": la rana Gustavo como personaje que enlazaba entre ambos programas pero en vez de Epi, Blas, Coco, Triqui o Draco, las marionetas protagonistas de "El show de los Teleñecos" eran Peggy, Fozzy, Gonzo, el cocinero sueco o Animal: estereotipos capaces de llegar a un segmento de edad más amplio que eran acompañados en su show por grandes estrellas invitadas (Bop Hope, Vincent Price, Julie Andrews, Peter Sellers, Brooke Shields, Marty Feldman, Carol Burnett y otros muchos), el firmamento audiovisual de la época para un espectáculo vespertino al estilo de "Saturday Night Live". Ese aspecto de producción adulta que presentaba "El show de los Teleñecos", unido a las constantes referencias al pasado, al inconfundible carácter de cada uno de los personajes (el romance imposible entre Gustavo y Peggy, el humor desterrado de los chistes de Fozzy, la heroicidad a prueba de bomba de Gonzo o ese ícono intemporal del rock que es Animal martilleando brutalmente su batería), pero inconfundible para espectadores mayores (como poco) de treinta años, hacen que "Los Muppets" sea una película que puede conducir a los niños al despiste. Igual que la reciente "Los Pitufos" destrozaba las creaciones del dibujante Peyo trasladándolas a un tiempo y un espacio (Nueva York y el siglo XXI) que no eran los suyos pero  adaptándolas a la vez a los "supuestos" gustos infantiles actuales, en "Los Muppets" el espíritu de Jim Henson permanece sin alterar, lo cual es de agradecer.

El espíritu de Jim Henson. La primera sorpresa es encontrar el sello Disney al principio de la película. Resulta que Disney compró Los Muppets en el año 2004 (por lo que leo en Wikipedia, Sesame Street no, eso pertenece a otra compañía). Dos firmas que rivalizaron por el cetro de rey del entretenimiento infantil durante años, ahora dirimen sus diferencias con un cheque del ratón Mickey: como le pasó a Pixar. Así que la paradoja máxima es que "Los Muppets" es una película de Disney que comienza con un corto de Pixar (una maravilla llamada "Small Fry", protagonizada por los personajes de Toy Story y que ya merece el precio de la entrada): Disney ha fagocitado a la competencia: si no les puedes... ¡compra!

Los Teleñecos se juntan de nuevo para salvar su viejo teatro, para luchar contra un especulador (cuando yo era pequeño los malos siempre eran los rusos. Conclusión: se extinguió la Unión Soviética. Ahora el malo de las películas siempre es el capitalismo... O sea, tranquilos, que en un par de décadas esto de la crisis está arreglado y para siempre. Fijo). Dos hermanos que parecen Epi y Blas, solo que Blas se ha hecho humano y ha perdido la mala leche, se ponen en marcha, junto a la rana Gustavo, el líder de los Teleñecos (el propio Jim Henson fue siempre su titiritero: nada casual), para reunir al resto del grupo: como Yul Brinner y Steve McQueen en "Los siete magníficos" de John Sturges. Números musicales de esos que se pone a cantar y bailar hasta el cartero (o Chema el panadero), actores humanos que parecen más ñoños que los muñecos de felpa a los que dan la réplica, cameos como los de Mickey Rooney (¡ahí va!, exclaman las abuelas en el patio de butacas), Whoopi Goldberg (¡anda!, dicen las madres) o Selena Gomez (¡toma!, gritan las hijas: cameos para todas las edades, como se puede comprobar) y los ojitos de Jack Black (representante de las estrellas hollywoodienses que tocan: ¡ay!) como la estrella invitada para el espectáculo con el que piensan recaudar fondos y restaurar su rutilante pasado. Qué más da el guión: nostalgia para cuarentones: esta película no es para los niños de ahora (en la película aparece el programa de éxito para el público infantil de la cadena que va a emitir el show: "Punch Teacher!" es su nombre: el signo de los tiempos), es para aquellos que rieron con las gracias de los Teleñecos.

En los créditos finales se canta el tema que menos nos costó aprender en nuestra infancia: "Maná, Maná": salí del cine el domingo con la canción en la cabeza, tomamos un café en un bar, llegamos a casa, vi "Neds" de Peter Mullan, me acosté y al levantarme por la mañana,... ahí seguía.
A ver a quién le pasa lo mismo:

jueves, febrero 02, 2012

"El cuchitril de Joe", de John Payson

Nosotras llegamos antes y nos marcharemos después. Hemos alquilado este planeta indefinidamente. Las cucarachas treparán por el tallo de las flores que crezcan abonadas por el último cadáver humano.
Esta es la frase con la que amenazan al pobre Joe, atado al suelo de su apartamento como un Gulliver urbanita, las cucarachas que "comparten" piso con él. Dicen, los que saben de catástrofes planetarias, que las cucarachas sobrevivirían a un hipotético holocausto nuclear. No les falta razón. Después de ver esta película, una comedia gamberra a la par que romántica y tremendamente escatológica, en la que el protagonista, Joe (interpretado por Jerry O'Connell), demuestra tener un coeficiente intelectual digno de la sinapsis de la mierda que esparce (en su propio piso: no sé como las cucarachas no se mueren de asco) y recolecta (profesión: recogedor de pastillas de urinario gastadas; bueno, también se dedica a cosechar excrementos animales -guano- en su tiempo libre: un estajanovista de mierda, en fin), mientras que los malotes que quieren echarle de su apartamento (malignos en versión especulador inmobiliario de opereta) tienen pinta de ser incapaces de robarle un caramelo a un niño sin que les trinquen, después de ver esto, digo, las cucarachas parecen unas superdotadas cuando las pones al lado de su vecina especie bípeda. De hecho ellas son lo mejor de la película, una producción de la MTV del año 1996 en la que los efectos de animación todavía se logran mediante técnicas de stop motion y manejo de marionetas. También salen cucarachas de verdad: en los créditos aparece un roach wrangler, Ray Mendez, hábil domador, vaquero que ha conducido su pequeño ganado con antenas en otras películas como "El silencio de los corderos" de Jonathan Demme o  "Creepshow" de George A. Romero (aquel episodio final llamado "La invasión de las cucarachas": "They're Creeping Up On You!", título original más apropiado al estilo Creepshow),  producción de género en la que había una escena con cucarachas que seguro que será inolvidable para cualquiera que haya visto aquella cinta ochentera. Y se me ocurre mencionar un excelente relato de Patricia Highsmith titulado "El observador de caracoles", que resulta muy apropiado para terminar de poner a prueba nuestro amor por el mundo de los insectos, sobre todo si a miles de ellos les da por recorrer nuestra epidermis. Sin embargo al ver "El cuchitril de Joe", el referente más nítido que me ha venido a la memoria en cuanto a cucarachas (Kafka aparte) han sido los cómics de Gilbert Shelton. Sus relatos psicotrópicos de las aventuras de "Los Fabulosos Freak Brothers" y en concreto las del gato de Fat Freddy en el álbum "La guerra de las cucarachas", del año 1986, darán la clave estética certera para el cuchitril de la película. La estética, que no el guión: el mundo underground, lumpen y pasota de las viñetas de Shelton está apenas esbozado en la cinta. Una pena. Eso sí, seguro que verla "fumado", el estado natural del famoso trío de brothers, aumentará automáticamente la puntuación crítica del film.

El que sí parece bastante retratado en la película es el movimiento grunge y no sólo por lo guarro que está todo. Poster de Pearl Jam por aquí, cómic de Peter Bagge por allá. Kurt Cobain ya estaba muerto en el año del estreno de la película, pero la MTV aún le prestaba en aquella época gran atención al estilo musical que "Nirvana" popularizó como ninguna otra banda: el grunge era (y lo sigue siendo) sinónimo de buena música rock. El mismo protagonismo lo tenían "Beavis and Butthead", que persistían como iconos reconocibles de la cadena: irreverente, gamberro, rebelde, juvenil.  You play the guitar on that MTV, cantaban los Dire Straits en "Money for nothing". Money, esa es la clave. El feísmo grunge, su pesimismo autárquico, no es muy rentable en términos económicos, para qué nos vamos a engañar, no anima mucho a ir de compras: debe extinguirse y dejar paso a caminos de gasto desaforado. El anunciante siempre tiene la razón: en 1997 llega el impresionante éxito de las "Spice girls" y todo se va al garete. Peinados caros, maquillaje a toneladas y mucha, mucha ropa de marca. Posh, la spice pija, es el modelo de chica que triunfa y que se lleva al guapo del Manchester United. La MTV arrincona la música y llegan los realitys. Los vídeos musicales, el modelo de canciones con imágenes a emitir durante las 24 horas del día, el concepto sobre el que se fundó la cadena, el soporte en el que habían dado sus pasos cinematográficos primordiales directores de cine tan relevantes como David Fincher, Spike Jonze, Anton Corbijn, Michel Gondry y otros muchos, parece que ya no interesa. Larga vida al Rock&Roll, pero con la música a otra parte. Los guitarrazos entrecortados ya sólo sirven para vender esa gilipollez de ser rebelde mediante el consumo, un mensaje muy eficaz para convertir a los jóvenes sin sueldo en los mayores compradores del planeta: ráscate el bolsillo, papá: el deseo de ser punk pero pasando primero por la sección de moda juvenil de "El corte inglés". En realidad, el deseo de ser famoso y perpetuar el parasitismo vital. Ya lo cantaba Siniestro Total: Yo quiero ser Alaska / ser una pegamoide / follarme a un androide / y quedarme con vuestra pasta. Qué razón tenían.

El primer videoclip que emitió MTV en 1981 fue el famoso "Video killed the radio star", tema del grupo británico "The Buggles". El título no era verdad, quién lo iba a decir. La radio ha sobrevivido y goza de buena salud. Lo que realmente ha muerto..., eso a "The Buggles" ni se le pasó por la cabeza.