miércoles, noviembre 25, 2009

"Yojimbo", de Akira Kurosawa

El mercenario samurái. Un ronin errante en busca de sangre pagada, un trabajo fácil cuando hay destreza en el manejo de la katana y pocos escrúpulos a la hora de utilizarla. Lanza una rama al aire y su caída señala la dirección a tomar en un cruce de caminos: cualquier sendero es bueno en épocas violentas. Llega a un pueblo divido entre dos facciones de matones a sueldo: los del comerciante de sedas y los del bodeguero de sake (la burguesía propietaria que suplanta al poder estatal: el dinero es la ley). El samurái desenvaina su espada: tres caídos en tres segundos: que sean tres ataúdes. Sin acertar a cuál de las dos pandillas vender su codiciada espada, decidirá poner paz de la forma más simple: exterminar a ambos bandos de criminales: la astucia mata más que el sable. El héroe que pone orden en el mundo, el quijote ciego a la ambición que sólo conoce la determinación del honor: una figura intemporal.
Sergio Leone va al cine a ver "Yojimbo" y sale de la sala con una película en la cabeza: "Por un puñado de dolares", uno de los plagios más famosos de la historia del cine. La productora italiana no paga (se le olvida o simplemente no lo hace, pero la copia es evidente) los 10.000 dolares que costaban los derechos internacionales de autor: derecho de remake. Carta firmada por Akira Kurosawa: 'Señor Leone, acabo de tener la oportunidad de ver su película. Es una película espléndida, pero es mi película'. Al pleito le sigue un trato: derechos de distribución en varios países orientales, incluido Japón, y el 15 % de la recaudación mundial de la taquilla. Decía Leone que Kurosawa ganó más dinero con "Por un puñado de dolares" que con todas su películas juntas y probablemente tenía razón. Por un puñado de dolares, sí, por 10.000 para ser exactos.
Influencias, una palabra muy asociada al famoso director japonés. John Ford es una influencia reconocida de Kurosawa, también "Raíces profundas" de George Stevens. John Sturges realiza "Los siete magníficos" un remake legal de "Los siete samuráis", otro western oriental, válgame el oxímoron. Akira Kurosawa adapta al cine varias tragedias de Shakespeare ("Ran", "Trono de sangre", "Los canallas duermen en paz"). Y tampoco el argumento de "Yojimbo" es original pues está basado en el de la novela "Cosecha Roja" de Dashiell Hammett: el agente de la Continental que limpia Poisonville para que vuelva a ser Personville, logrando que se enfrenten entre sí los distintos grupos de gánster que dominan la ciudad. Tráfico de influencias continuo donde cada autor aporta su mirada, su cultura, despersonaliza y vuelve a juntar todo para crear su propia obra, en muchos casos mejorando el original. La mirada inconfundible de los grandes cineastas.
El viento mueve las hojas mientras el gran Toshiro Mifune camina altivo por la calle desierta, mientras al otro extremo le esperan nueve víctimas que no saben lo que les espera. Más que un homenaje al western, "Yojimbo" es uno de los mejores western que se hayan hecho nunca.

miércoles, noviembre 11, 2009

"El globo blanco", de Jafar Panahi

Película iraní del año 1995: el cine persa eclosionó a nivel mundial en aquella década, sobre todo de la mano de Abbas Kiarostami (firma el guión de "El globo blanco"). Cuando un régimen político impone censura (el excelente cómic "Persépolis" de Marjane Satrapi dará una certera idea de las condiciones de vida bajo el régimen de los ayatolás) en las actividades culturales de un país, los artistas se ven forzados a exprimir al máximo los ingredientes que les está permitido emplear para llevar adelante sus obras: olvidar el sexo y la violencia y, por supuesto, no hacer la menor crítica al poder político o religioso. Además, la mayoría de las veces el estado es el productor (es parte de su férreo control cultural), así que nada de grandes presupuestos ni de ideas occidentalizantes. Esa economía de medios provoca un cine minimalista que se acerca a los orígenes del séptimo arte: hay pasajes enteros de "El globo blanco" que se entenderían perfectamente aunque se suprimiera el sonido de la cinta y unos cuantos carteles intercalados a lo largo de la proyección y una música adecuada, al estilo del cine mudo, bastarían. Historias sencillas, lenguajes universales: sociedades diversas que se parecen en lo esencial y las diferencias se manifiestan en capas superiores del comportamiento humano (la religión, la política: discriminadores más que aglutinantes).
El personaje de la niña Razieh (Aida Mohammadkhani) es deslumbrante. Los problemas cotidianos de cualquier niña de cinco años: los pequeños caprichos, los peligros de la calle, el temor al castigo paterno, las relaciones de poder que se establecen entre hermanos. Escenas costumbristas que llenan de tensión al espectador dotado para la empatía: cuando una codiciosa mirada adulta se posa sobre el dinero de la niña; cuando los mayores ignoran sus ruegos, sus lágrimas; cuando un extraño habla con ella y desconocemos sus intenciones (la niña se rebela contra las convenciones, dialoga con el joven y se despide de él con cariño: estéril rebelión infantil a la norma, ya que en el futuro deberá aceptar una implacable discriminación sexual); cuando los encantadores de serpientes juegan con su miedo y, sobre todo, cuando pierde su caro billete de 5000 tomán.
El cuento tendrá final feliz, simbolizado en un globo blanco. El 21 de marzo empieza la primavera y el Año Nuevo en Irán. Ese día no hay lugar para la tristeza.

sábado, noviembre 07, 2009

"Celda 211", de Daniel Monzón

No he disfrutado de esta película todo lo que se puede llegar a conseguir debido a que tengo reciente la lectura de la excelente novela homónima de Francisco Pérez Gandul: me sabía el final de los chistes. Y cuando esos chistes cambiaban en la versión de celuloide, mi mente se entretenía en hacer comparaciones. En fin, como suele suceder en la mayoría de las ocasiones lo mejor es entrar en la sala sabiendo lo menos posible de la película que se va a ver: el factor sorpresa es siempre importante, pero en esta película los es más aún. De cualquier modo el libro lo disfruté de cabo a rabo.
De un tiempo a esta parte el mejor cine español es aquel que no parece en absoluto cine español. Esta paradoja se resolvería si se pudiera definir con certeza qué es el cine español, pero como es una tarea bastante extraña (y absurda) lo dejaremos en vagas sensaciones que permiten establecer un común denominador. En el caso de "Celda 211", el dejá vù no existe: el género carcelario en castellano está por explotar (al menos, yo no recuerdo otra: de motines de presos, menos aún). Si la nouvelle vague echó un ojo al otro lado del Atlántico (sobre todo al cine negro) para renovar el cine europeo, otro tanto parece que le sucede a los nuevos (y no tan nuevos: este es el cuarto largometraje de Daniel Monzón) directores españoles: mucho video club. Nos estamos acostumbrando a que brillen al realizar películas de terror, ciencia ficción, suspense, intriga criminal o, nada menos, peplum. Géneros a los que les aportan mucha imaginación y excelente factura. Y son buenas noticias, sobre todo para los quejicas de las taquillas.
Luis Tosar ya ganó dos Goyas: "Los lunes al sol" y "Te doy mis ojos". No hay dos sin tres, porque está más claro que el agua que el personaje de Malamadre es de premio bien merecido. Magnífica interpretación, al igual que la del desconocido Alberto Ammann haciendo de funcionario atrapado en medio del follón.
Una película muy entretenida que sabe mantener el suspense hasta el final, con un lumpen carcelario excelentemente representado y una puesta en escena de gran realismo. La entrada se puede dar por bien pagada. Ya lo estaría aunque solo fuera por entrar a ver al gran Tosar.

martes, noviembre 03, 2009

"Europa 51", de Roberto Rossellini

Carta de Ingrid Bergman a Roberto Rossellini.

Dear Mr Rossellini:

I saw your films Open City and Paisan, and enjoyed them very much. If you need a Swedish actress who speaks English very well, who has not forgotten her German, and who is very understandable in French, and who, in Italian knows only “ti amo”, I am ready to come and work with you.

Best regards
Ingrid Bergman

Se dice que fue así como se inició la relación entre ambos, relación fructífera en lo cinematográfico... y en lo sentimental. Ella era una estrella consagrada ("Casablanca" de Michael Curtiz: ya está, no tendría motivo para haber hecho más películas y que se le recordará eternamente: mito automático) estaba casada y tenía una hija: escándalo mayúsculo de los que hicieron época: ahora también lo sería. Con Rossellini tendrá hijos también, entre ellos Isabella, otra musa (y pareja) irrepetible para otro director extraordinario: "Terciopelo azul" de David Lynch.
"Europa 51" es la segunda película que Ingrid Bergman hará con el director italiano. Una mujer rica, acunada dulcemente por el plan Marshall de la posguerra, sufre la mayor tragedia: la muerte de un hijo. El sentimiento de culpa provocará que salga a la calle, que vaya a los barrios pobres, que contemple la miseria, el hambre, el trabajo esclavo (que no te hace feliz, pero serás menos infeliz si al menos consigues alimentar a tus hijos), la prostitución, la enfermedad, el abandono, la desesperanza: Europa en ruinas, nadie como Rossellini ha sabido retratarla (Francisco Machuca me comentó que utilizaba negativo caducado: en "Europa 51" lo utilizaba, seguro; eso, o tengo que limpiar el DVD).
El director plantea ideales comunistas para una época de necesidad. Y si en "Francisco, juglar de Dios" había mostrado el triunfo de la caridad absoluta, en "Europa 51" ese camino de santidad y amor al prójimo conducirá a Mrs. Girard al desamparo y al repudio de su clase. Un altar entre barrotes.

lunes, noviembre 02, 2009

"El extraño", de Orson Welles

La película es de 1946, así que el tema era, a la sazón, de actualidad. Orson Welles es Franz Kindler, un nazi, un criminal de guerra, una fiera acosada que ha cambiado su peligrosa identidad (billete directo a la horca de Nuremberg) por la de un pacífico profesor de historia de una plácida ciudad estadounidense. Edward G. Robinson es el inspector Wilson, impasible caza-nazis (recuerdo otro gran actor interpretando el mismo rol: Laurence Olivier como Erza Lieberman en "Los niños del Brasil" de Franklin J. Schaffner) tras la pista del trofeo más preciado, el ciervo con más puntas de la manada. Completando el trío Loretta Young hace de Mary, perfecta reina del baile e hija de un prestigioso juez, incauta joven enamorada que se ha casado con el oculto Herr Kindler sin sospechar nada de su siniestro pasado: ceguera de amor. Y el antiguo reloj del campanario del pueblo, que será un cuarto actor involuntario pero decisivo.
Un combate de miradas: la cínica de Robinson, la penetrante de Welles. Un clasicazo.