domingo, mayo 18, 2008

"Después de tantos años", de Ricardo Franco

Epílogo de "El desencanto" de Jaime Chávarri, veinte años después. Lo justo hubiera sido filmarla tal y como se filmó "El desencanto": con dos cámaras, en blanco y negro y la voluntad única de dejar fiel testimonio de las palabras de sus protagonistas, los tres hermanos Panero, ahora sin el acompañamiento de su madre. En vez de eso, el director adereza el montaje con una sucesión cursi, algo repugnante, de tomas de boscosos montes otoñales norteños y baladas irlandesas (la versión del "Greensleves" de Loreena Mckennitt suena dos veces en apenas quince minutos: bis absurdo que no deja escuchar el verbo vacilante del poeta maldito en su "retiro" de Mondragón). Más aún: la burda comparación que se hace entre Leopoldo María Panero y el monstruo de Frankenstein, mediante intercalar secuencias del clásico de terror entre las propias escenas en las que habla o aparece el poeta. Supongo que, sin perder de vista la pretensión de realizar un sincero homenaje a la película primigenia (dedicatoria inicial a Jaime Chávarri, referencias continuas, secuencias intercaladas), Ricardo Franco quería hacer su propio "El desencanto", quizá incluso mejorar el original. O no, no lo sé. El propio director aparece fugazmente tras la reja del manicomio: deseos inconfesables de ocupar el puesto de otro, de malditismo y mitificación.
Se mencionan los cuentos de Poe en algún momento de la película. La historia de la familia Panero es la versión española de "La caída de la Casa Usher". Ese adjetivo tan lacerante de familia "venida a menos", para nombrar a los que en su vida han dado un palo al agua y consumidas su rentas viven como fantasmas solitarios que vagan por casonas de antiguo esplendor y duermen postrados en lechos de naftalina. Después de tantos años, veinte para ser exactos. Y sin embargo parece que por los protagonistas hayan pasado treinta o cuarenta. Personajes prematuramente envejecidos: cabellos blancos, miembros inválidos, bocas babeantes: del desencanto a la decadencia. Cirrosis y esquizofrenia y dipsomanía, por supuesto, la musa que se oculta en el fondo de una vaso de whisky.
Vivir la literatura hasta sus últimos consecuencias. Quijotes modernos atrapados en la persecución de la rima magistral, que miramos con una mezcla de admiración y lástima. Literatura asesina.

1 comentario:

  1. Magnífico texto que me ilumina zonas desconocidas,después de tantos años...Sigo admirando a Ricardo Franco.
    Gracias por el recuerdo.

    Abrazos.

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