sábado, junio 30, 2007

Concierto de los Rolling Stones

Aunque los credos se entierren en el polvo,
aunque la fe muera y los hombres olviden,
estos curtidos dioses de poder y lujuria
aún se aferran a la vida.

Viejos dioses que nunca mueren, malignos,
demacrados por las deudas pendientes:
incienso y fuego, sal, sangre y vino
y una musa con tambor

Robert Graves, "Proscritos"

Este poema, tan certero, figura al inicio de la biografía de los Rolling Stones escrita por Stephen Davis. Viejos dioses en edad, que no en capacidades. Así, un concierto de este grupo bien puede confundirse con una ceremonia religiosa, la celebración del culto al Rock & Roll. Un culto antiguo, además: me dijo Boris que la canción más moderna de las que interpretaron era "Start me up" y esta apareció por primera vez en el LP "Tatoo you" de 1981.
Cualquier historia de la música popular del siglo XX puede ilustrar su portada con el archifamoso icono de la lengua (un siglo en imágenes: la cruz gamada, la hoz y el martillo, la cara del Ché, el símbolo del átomo, etc.) y cualquier recopilación de canciones que se realice dentro de unos siglos y que pretenda acompañar esa historia, seguro que contendrá "Satisfaction": la cantaron a escasos metros de donde yo estaba: un gran recuerdo para la alforja.
Viejos dioses, ¿por qué siguen actuando?. Para saber que lo siguen siendo, por supuesto.
Simpatía por los Stones. Que sigan rodando.

domingo, junio 24, 2007

"Frágiles", de Jaume Balagueró

A esta misma hora se emite un programa de radio llamado "Milenio 3". Se dedica al campo de los sucesos paranormales, los avistamientos de ovnis, los crímenes que dejaron huella. Casas encantadas y apariciones fantasmales. En alguna ocasión han dedicado reportajes a edificios antiguos (la diputación de Sevilla, el palacio de Linares o el banco de España en Madrid), grandes mansiones históricas dedicadas ahora a labores públicas, donde se dice que suceden cosas extrañas. Oír hablar de ese tipo de temas, pasada la medianoche, puede hacer que te arropes más de lo acostumbrado y este programa lo lograba (ahora ya no, la verdad: todos estos sucesos carecen de la menor prueba en que apoyarse y en cuanto se indaga un poco, se desmoronan como un castillo de naipes: recuerdo las caras de Belmez y la decepción que me llevé cuando vi las fotos de las famosas "teleplastias": dibujitos de hollín encumbrados por algún teleplasta). Lo que más me llamaba la atención era el gran número de vigilantes nocturnos que llamaban al programa o mandaban mensajes, contando sus experiencias que, por lo general, tiraban a estremecedoras. Alguna vez me ha tocado pasar la noche en un hospital, acompañando a un enfermo, y he sentido cierta inquietud al ir a buscar una botella de agua a la máquina a las tres de la madrugada. Será sugestión por esos pasillos grandes y silenciosos, en penumbra, llenos de rincones oscuros. Será el olor químico que lo invade todo o los profundos suspiros de los ocupantes de las habitaciones. El hálito del dolor. Será eso.
"Frágiles" está ambientada en un hospital infantil que se encuentra en el fin del mundo y que se cae de viejo. Historia de fantasmas como tantas otras. Su virtud esta en la ambientación lograda. La segunda planta del hospital se presenta como un paraje de auténtica pesadilla, un pabellón abandonado y decrépito capaz de hacer que se desborde la imaginación del más templado. Jaume Balagueró ya apuntaba maneras en "Los sin nombre", demostrando que se podía hacer cine de terror sin caer en el susto fácil, el grito estridente o la sangre a raudales. Escenarios opresivos, personajes atormentados y siniestros: la mirada de los locos, de los deshauciados. "Frágiles" quizá sea un poco más comercial, construida para un público más amplio. Claro, la protagonista es Ally McBeal, nada menos.
En fin, a ver quien es el guapo que se atreve ahora a llegar hasta la cama.

domingo, junio 17, 2007

"El último rey de Escocia", de Kevin MacDonald

Los tiranos están llenos de amor al pueblo: padres de la patria, se llaman ellos mismos. El padre que debe mostrarse inflexible para educar a sus hijos. No llores, que más me duele a mi que a ti, que es por tu bien. Saturno devorando a sus hijos para que no le roben el trono.
Solo la muerte me apartará de mi misión sagrada, señalado por la divina providencia, caudillo por la gracia de Dios, cortaré la mala hierba. La confabulación extranjera y masónica, jamás demolerá la última reserva espiritual de Occidente. Ahora se celebran 30 años de la vuelta de la democracia, de la reinstauración del poder de las urnas en España. Un ciudadano, un voto. Habla pueblo, habla.
Pero también los dictadores tienen dudas, conciencia, y los cadáveres enterrados en el jardín tienen la costumbre de rondar las alcobas en la quietud de la madrugada. Nada mejor que buscar una voz ecuánime, un Pepito Grillo imparcial, que nos guíe por la senda de la rectitud y la justicia. Sin embargo, ese incauto sin miedo, asomado al balcón de su superioridad moral, corre el riesgo de acabar atrapado en la misma red que pretende cortar. La erótica del poder, la seducción del más fuerte. O simplemente que es más fácil cerrar los ojos y no ver.
La película cuenta el descenso a los infiernos del médico personal (no se si el doctor Nicholas Garrison existió en realidad o es una invención del guionista) del dictador Idi Amin Dada. Este militar alcanzó el poder en Uganda después de un golpe de estado y se mantuvo al mando del país durante los años setenta, implantando un régimen de terror que condujo a la muerte a cientos de miles de personas (¿ha habido alguna vez un dictador que no intentará el genocidio de la oposición? ¿Miguel Primo de Rivera, acaso?). La gran interpretación de Forest Whitaker le hizo merecedor del Oscar (aunque a mi me gustó más en "Ghost Dog"; claro, y también me gustó más aquella fantástica película).
Otro sangriento capítulo de la historia de Africa. Aquí dejo otro más actual.

domingo, junio 10, 2007

"24 Hour Party People", de Michael Winterbottom

En 1976 los Sex Pistols dan un concierto en una sala de Manchester. Asisten 42 personas. El escaso público lo forman entre otros Ian Curtis y Patrick Morrissey. Más tarde serían cantantes y compositores de dos grupos míticos: Joy Division y The Smiths, respectivamente (al parecer un actor iba a hacer el papel de Morrissey pero hubo problemas con los derechos de las canciones de The Smiths y el "cameo" fué eliminado de la película). Ese concierto se considera la chispa, hecho fundacional, Big Bang de la creación de esos grupos y de otros como Buzzcocks o Simply Red. Anthony Wilson, otro de los asistentes, periodista televisivo que presenta un programa al estilo de "La Edad de Oro", creará el sello Factory Records, produciendo entre otros a Joy Division y Happy Mondays y fundando los clubs Factory y The Hacienda. La película, en realidad, será la historia de esa compañia discográfica y de dos decadas de música popular en la ciudad de Manchester.
Tiene dos partes. La primera, centrada en Joy Division, llega hasta 1980. Ian Curtis se suicidará ese año. Poeta extravagante y depresivo, personalidad oscura, apocalíptica. Su grupo fué acusado de fascismo porque Joy Division era el mismo nombre que se le daba a las mujeres judías que eran sistematicamente violadas por los nazis en los campos de concentración. Era una epoca de grave crisis económica en el Reino Unido y partidos de extrema derecha como el National Front estaban en auge. Curtis apenas tenía 23 años cuando murió (Kurt Cobain, Jim Morrison, Janis Joplin y Jimi Hendrix, murieron a la misma edad: 27). Con esa muerte la película también cierra su primer acto: el nacimiento del Punk y la New Wave.
La segunda parte se centrará en el grupo Happy Mondays. Sus ritmos bailables nacen durante la explosión de la música House (aquel verano de los Smileys en la discoteca Tito's de Mallorca: por ahí debo tener el pañuelo) y el Rave. En la película se refleja perfectamente el ambiente en el que se impone el consumo de extasis frente al alcohol en las pistas de baile y el pinchadiscos pasa de ser medio a ser artista: el escenario está en la cabina y hasta el Gregoriano se puede bailar si la base rítmica es la adecuada.
Michael Winterbottom me dejó alucinado con "Wonderland" y lo vuelve a hacer con "24 Hour Party People". Sobre todo con la primera parte de la cinta: Sex Pistols, The Clash, Iggy Pop, Joy Division. Solo por eso ya merece la pena. Ahora a esperar el estreno de "Curtis". Para comparar.

domingo, junio 03, 2007

"The Corporation", de Mark Achbar y Jennifer Abbott

En el siglo XVIII se crearon en Estados Unidos las primeras corporaciones. Varios ciudadanos se juntaban y creaban una corporación que realizaba alguna tarea delegada por el gobierno en ellos, generalmente obras públicas como construir un puente, realizar un trazado de ferrocarril, etc. Tenían atribuciones limitadas a la misión para la cual se habían creado. Después de la guerra de Secesión se reformó la constitución para reforzar los derechos de los esclavos liberados con la redacción de la catorceava enmienda (estas famosas enmiendas de los estadounidenses: siempre que cometen alguna salvajada en el mundo existe alguna enmienda detrás que se lo permite). Se refería de modo particular al derecho a la propiedad privada y la adquisición de bienes. Las corporaciones se habían creado como si fueran una única persona a ojos del estado, con responsabilidad limitada. Los avispados abogados de las corporaciones (claro, si hay una enmienda hay un abogado detrás para exprimirla, para analizar los puntos y las comas, para despedazar el espíritu de la ley y extirpar cualquier derecho que defiendan) vieron aquí la oportunidad que estaban buscando para romper las limitaciones que el estado les imponía. Ciento cincuenta años después, tienen el mundo en sus manos.
El documental lo emite el canal Odisea en tres partes. Tiene el tono de las películas de Michael Moore aunque la gran cantidad de testimonios personales que se ofrecen al espectador, surgen de una apacible entrevista en un estudio y no de un aquí te pillo aquí te mato a la puerta del Capitolio. Entre otros hablan el propio Michael Moore, Naomi Klein, Noam Chomsky, Milton Friedman y también algún que otro consejero delegado (el reciente nombramiento del inopinado -así calificaba Millás al alcalde de Salamanca- Aznar: de momento es consejero a secas, pero todo llegará: Chaplin jugando con el globo terraqueo) de alguna gran compañía, que ha abandonado el lado oscuro y abraza el ecologismo de salón (como Al Gore, la novia cadaver de los demócratas, forrándose a base de dar conferencias vip; como el crecimiento sostenible de la publicidad de las petroleras o Hitler besando a un judío; o como yo mismo escribiendo esto en vez de echarme al monte). Esta noche he visto la primera parte, muy interesante, y tengo que enterarme de cuándo echan las demás. En esta se ha abordado el tema desde un punto de vista singular. Ya que las corporaciones tienen el status de personas jurídicas, este primer capítulo disecciona su comportamiento como si se tratara del paciente de un psiquiatra. Las grandes empresas en el diván. El diagnóstico no puede ser más esclarecedor: psicopatía.