lunes, octubre 22, 2007

"Una verdad incómoda", de Davis Guggenheim

En el año 1999, también se produjo una alarma a escala planetaria. Se trataba del conocido como Efecto 2000. La informática tiene su fundamento en las bases de datos y un dato sin fecha no suele servir de mucho, al menos a efectos contables. Se corría el riesgo de que los programas fallaran si se habían tratado las fechas con dos cifras para registrar el año en vez de con cuatro. O sea, 80 en vez de 1980. Al llegar el año 2000, los programas mal realizados tendrían en cuenta sólo el valor 00 y al intentar restar la fecha de un año anterior, 99, se produciría un error fatal. Sin ir más lejos, cualquier recibo que se pagase anualmente corría el riesgo de no ser cobrado. El apocalipsis tenía por tanto fecha y hora y las empresas se lo tomaron muy, muy en serio. No quedó línea de código sin revisar y se establecieron turnos de guardia especiales para que en la nochevieja de 1999 se hiciera frente a cualquier contingencia. Llegó el 01-01-2000 00:00:00, y no pasó nada. ¿Se magníficó un problema que no tenía por qué producirse o, como sucedió realmente, se hizo todo lo posible para evitarlo?
El documental "Una verdad incómoda" es esencial para comprender de una manera simple el problema que supone el aumento de las emisiones de CO2. Abrumadora cantidad de datos, de gráficas, de evidencias, que no pueden ser ignoradas. Se aportan algunas soluciones que pueden ser controvertidas, como la del uso de los biocarburantes, pero que no deben impedir que prevalezca el sentido último del reportaje: alertar de un problema real, mundial, catastrófico.
Y, sin embargo, he visto el documental esta noche en un canal de pago (al final dice una voz en off: 'Anime a sus conocidos a ver esta película': quiere decir a que paguen por verla) cuando debería haberse emitido ayer justo antes de la salida de la Formula 1 o antes del próximo Barcelona-Real Madrid (o durante, en vez de, después de). O repartirse el dvd de forma gratuita junto a un diario nacional en vez de que te regalen un reloj de plástico.
Otra verdad ruborizante es el protagonismo vergonzante que se le da al narrador del documental durante el mismo, eximio Nobel de la Paz: se le pinta como un adalid de la causa: debería haber hecho más cuando estuvo en el gobierno de su país: él sí podía. En realidad da igual mientras todo abunde en darle más publicidad al asunto, que probablemente es el mayor mérito que se le puede dar al ínclito conferenciante: los estadounidenses son los genios mundiales del marketing (incluso le dieron un Oscar por su actuación).
En el año 2000 el caos tenía día y hora. Ahora no se va a tener esa ventaja. Más vale empezar ya a pagar la factura de la reparación, si es que todavía tiene arreglo, claro.

7 comentarios:

  1. Todas las verdades son incómodas más cuando se ocultan tras la impostura en la que un tipo que estuvo en el gobierno de USA y no movió un dedo, que pertenece a un país causante de la mayor parte de la emisión de CO2, que tiene más de hombre orquesta que de "verde" o científico concienciado, se convierte en el adalid cinematográfico de un problema con fecha de caducidad...

    Vivir para ver, como vender hamburguesas... ays.

    Besote, licantropunk.

    (Este finde estuve viendo la última del Ventura Pons, Barcelona: una mapa. Me gustó mucho, conversaciones a dos y encerradas. Me atrevo a recomendártela... osadía la mía, jeje)

    ResponderEliminar
  2. Quizá sea lo peor de esta campaña: la avidez de protagonismo del mensajero. Y de pasta. El documental no merece el Oscar si nos atenemos a la factura estética: bastante vulgar y cuando sale Gore poniendo caritas, patético. Esperemos que sea un Oscar al mensaje y punto.
    De Ventura Pons tengo alguna en cartera que espero ver pronto. Me apunto tu recomendación, por supuesto.
    Saludos

    ResponderEliminar
  3. No me quedo con el film que bastante flojo pero si con el mensaje de tomar conciencia.
    Saludos!

    ResponderEliminar
  4. Desde hace muchos años me interesa la ciencia y sé que el planeta ha pasado por períodos peores que éste.Las grandes glaciaciones,por ejemplo.El tono alarmista da también mucho dinero,tanto como los coches y el crudo del barril.Vivimos tiempos muy confusos y el conocimiento es escaso.Vivimos sobreprotegidos;es malo fumar,beber,comer ciertas cosas,etc,pero nadie te dice que no te hipoteques o que dejes de trabajar.Tenemos el miedo en el cuerpo.¿Que podemos hacer ante semejante desastre? A mi solo se me ocurre bajar al bar de la esquina y pedir una caña con una de calamares.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  5. La teoría del cambio climático es, en principio eso, una teoría. Pero empieza a haber muchos datos empíricos que la corroboran. Particularmente, prefiero no esperar a que se resuelva totalmente la demostración, quizás sea demasiado tarde. Además, desde que Mariano Rajoy minimizó la importancia del problema, he sido consciente de su enorme gravedad: es mi propia teoría, que pongo en práctica en función del ponente: la del todo lo contrario.
    Saludos

    ResponderEliminar
  6. Liliana dice:Yo he visto el documental y sí me pareció alarmante y vergonzoso para el ser humano por los desastres naturales que estamos ocasionando irresponsablemente, no me importa si el narrador quiso hacer protagonismo o si se ganó un Oscar, etc, me vale¡, lo que no puedo dejar pasar es HACER ALGO para corregir los daños, dejemos de contaminar nuestro planeta y vivamos como personas racionables. Señores, dejemos de hacer críticas y hagamos de una vez por todas algo bueno por el mundo¡¡¡ aunque sea él hizo ALGO no creen?...y nosotros?

    ResponderEliminar
  7. Liliana, totalmente de acuerdo. El mérito incuestionable del documental es su gran repercusión y su capacidad de llamar la atención sobre los problemas medioambientales del planeta. El hizo Algo porque es Algo-re (je, je).
    Saludos.

    ResponderEliminar