domingo, abril 15, 2007

"Donnie Darko", de Richard Kelly

En vez de un fauno, un conejo. El sueño de la razón produce monstruos, monstruos que te conducen a través de túneles que llevan a la dimensión desconocida: recovecos de la mente donde existe otra personalidad dormida. Esquizofrenia paranoide.
En esta ocasión no hay un país de cuento de hadas al otro lado del espejo, si no una serie de actos violentos llevados a cabo durante el dulce sueño de la inconsciencia. El hombre lobo despierta aterido por la mañana en medio del monte, sin saber a dónde le llevaron sus actos. Aquel sabor a inmortalidad de la adolescencia.
Todo eso funciona muy bien en la película, con un cierto aire de comedia juvenil pero sin dejar decaer la historia: se mantiene la tensión en espera del desenlace anunciado. Sin embargo, llegado un punto, la película empieza a liarse con libros que hablan de viajes en el tiempo, supongo que para justificar el comportamiento enloquecido del protagonista o, simplemente, para darle más lustre y profundidad a una trama que ya se defendía bien por si sola. Complicarla en vano y arruinarla con un final feliz.
Eso si, una gran banda sonora.

"El laberinto del fauno", de Guillermo del Toro

Lo primero que puede llamar la atención es que se haya mezclado una etapa tan sórdida y mísera en la historia española como fueron los años que sucedieron al fin de la Guerra Civil, con la inocencia y la candidez de los cuentos de hadas. Sin embargo ese contrasentido es el centro de la trama: la construcción de mundos imaginarios como válvula de escape a la cruda realidad. Esa dualidad, además, está llevada al extremo en la mente del director. Las hadas, los faunos, los monstruos, protagonistas de las fantasías más desmadradas, frente al dolor, la enfermedad, la muerte y la guerra, indeseados pero inevitables compañeros de viaje de la existencia humana y que aquí son retratados en su brutal esencia. Todo muy maniqueo, como corresponde a cualquier buen cuento, solo que en este caso no se sabe bien si es para niños o para adultos: escenas que harían las delicias de los pequeños acompañadas por otras que no te gustaría que contemplaran tus hijos.
El laberinto como punto de contacto entre dos mundos, como en aquella "Dentro del laberinto", con David Bowie y Jennifer Connelly y las portentosas marionetas de Jim Henson (esa película la recuerdo con cariño: el resultado logrado era extraordinario: pura imaginación a falta de tecnología informática). La puerta que comunica dimensiones alternativas ya la usó Guillermo del Toro en "Hellboy" para traerse al pequeño demonio, igual que también empleó la ambientación de la Guerra Civil en "El espinazo del diablo": deben ser dos de sus temas recurrentes. La historia esta bien contada, muy bien realizada, aunque debo reconocer que el cine de este director no logra cautivarme por completo (hay un rato de "Hellboy" que no puedo contar porque me dormí). Las actuaciones de Maribel Verdú y Sergi López son muy buenas, sobre todo la de este último. Su interpretación de un capitán franquista psicópata despiadado pone los pelos de punta. Cuando vi "La máscara", la de Jim Carrey, me pareció que el mejor efecto especial de la película era Camerón Díaz. Pues algo parecido me ha pasado con la actuación de Sergi López: supera a cualquier monstruo que pudiera salir de los dibujos del director, incluido ese tan icónico de los ojos en las manos.
La película supone un salto de calidad para las producciones españolas. Le han perdido el miedo a los grandes presupuestos, si bien han tenido la taquilla de cara ("El dorado" de Carlos Saura fue en su día la producción más cara del cine español y la bofetada en la recaudación fue de órdago). Y si encima se las premian... pues que siga la racha.

viernes, abril 13, 2007

Ensayo. "Sexo, mentiras y Hollywood", de Peter Biskind

Dos años ya. El primer año el regalo fue "1001 películas que hay que ver antes de morir"
Ahora ha tocado el libro que da título a este post: aún no lo he leído, claro, me lo acaban de entregar. Muchas gracias.
De este autor he leído el imprescindible "Moteros tranquilos, toros salvajes". En el se daba un panorama completo de la oleada de talento que arrasó el mundo del celuloide americano en los años 70. Bogdanovich, Penn, Coppola, Lucas, Scorsese, Spielberg, de Palma, Altman. Etc. Me enganchó desde la primera a la última página. Recomendación absoluta.
El que tengo delante parece ser que trata de los directores surgidos del cine independiente en los años noventa. Soderbergh, Tarantino, Ang Lee, Robert Rodriguez. Etc. De Sundance a Miramax. Promete. Keroseno para el vicio. El séptimo vicio. O puede que el primero.

domingo, abril 08, 2007

"Factotum", de Bent Hamer

Es la segunda película que veo que este basada en la obra de Charles Bukowski. La primera fue "El borracho (Barfly)", del año 1987. El papel de Henry Chinaski lo encarnaba Mickey Rourke en la que probablemente haya sido la mejor actuación de su carrera. El primer éxito le llegó haciendo del chico de la moto en "La ley de la calle (Rumble Fish)", la popularidad mundial con "Nueve semanas y media" y el reconocimiento a una de sus intepretaciones en "Barfly": de 1983 a 1987. Luego hizo de boxeador en "Homeboy" y le dio por meterse en el boxeo profesional. Fue su fin cinematográfico: su carrera no se ha vuelto a recuperar (en aquel periodo de gloria hizo otras buenas películas como "El corazón del Angel", "Manhattan Sur" o "Requiem por los que van a morir"). Por supuesto su talento pugilístico apenas se inició: no se puede subir alegremente a un ring con casi cuarenta años y pretender salir ileso. Le partieron la cara, literalmente, y cuando aparece brevemente en alguna película actual, cuesta reconocerlo.
El borracho de "Factotum" es Matt Dillon. Curiosamente, Dillon y Rourke hacían de hermanos en "Rumble Fish" (el que hacía de padre era Dennis Hopper, seguramente el más borracho de los tres). Iconos de la juventud rebelde de mediados de los ochenta. Matt Dillon era el genuino outsider, provocador y decidido. Su carrera ha sido mucho más estable, aunque se ha embarcado en algunas comedias tontunas, y ha rozado el éxito recientemente con "Crash". Su papel en "Factotum" tiende a la melancolía, bastante frio, supongo que intentando aproximarse a la parte más profunda del personaje: pasar los días entre borrachera y borrachera mientras poco a poco se va forjando la obra literaria: la inspiración que surge de vivir en el arroyo. Si embargo la lectura de la obra de Bukowski produce sensaciones mucho más intensas. Entre la risa y el llanto. Bittersweet. Hay más pasión y menos tristeza: las penas ahogadas en alcohol. Beber para que pase algo.
Será por eso que, en borrachos, me gustó más Mickey Rourke.