domingo, diciembre 10, 2006

"King Kong", de Peter Jackson

Después de la monumental, épica y extraordinaria versión de la trilogía de Tolkien, merecedora de cualquier elogio imaginable, el director Peter Jackson abordó el proyecto de realizar un remake personal del clásico "King Kong" de 1933: "El Señor de los Anillos" había recaudado suficiente pasta como para permitirle hacer cualquier cosa que se le pasara por la mente. Ya había otra versión de 1976, con Jeff Bridges y Jessica Lange, pareja que tenía un punto más salvaje o indómito que la formada por Adrian Brody y Naomi Watts en esta versión de 2005.
La película tiene un arranque potente, con una eficaz recreación del Nueva York de los años treinta. También impresiona la llegada a la isla de la Calavera, con una tribu indígena que me ha recordado a los Uruk-Hai de Saruman, llenos de salvajismo primitivo. Pero en cuanto aparece el gran gorila, la película se convierte en un largo bostezo de dos horas. Las escenas de lucha con dinosaurios quizá hayan funcionado en la pantalla de cine, pero en 19 pulgadas resultan demasiado aparatosas e increíbles, sobre todo cuando aparecen los actores correteando entre bestias de varias toneladas (Naomi Watts sobrevive a caídas tremendas y meneos brutales sin el menor rasguño). Kong acaba convertido en un dibujo animado infantiloide, con miraditas, mohines y posturas que pretenden dotarle de intensas emociones y la presunta relación sentimental entre la bella y la bestia es de auténtica carcajada: no conmovería ni a un niño de tres años.
¿No iban a hacer una versión de "El Hobbit"?

4 comentarios:

  1. si te sirve yo tengo un muñeco de hobbit que le regbalamos a mi papá para un cumple, digo, para lo de la versión.

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  2. Excelente.
    Gracias y saludos a su papá.

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  3. (risas)

    si la foto dice mucho...

    tu post fundamenta la esterilidad de este film.
    Por otra parte, si se ve bien, qué altibajo en el imaginario creativo del cineasta...

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  4. La carrera de Peter Jackson es muy corta, pero intensa. ¿Por qué no desaparecer para siempre después del triunfo absoluto?. Ya lo hizo Terrence Mallick, que volvió a dirigir veinte años después para crear una maravilla llamada "La delgada línea roja".
    El héroe muere después de la hazaña: la areté heládica en el septimo arte.

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