miércoles, junio 28, 2006

"Chunking Express", de Wong Kar Wai


Sueños: dos canciones se repiten constantemente: "California dreaming" de The Mamas and The Papas y "Dreams" de The Cranberries. A fin de cuentas, todos ponemos una y otra vez nuestra canción favorita, a todo volumen. ¿Con que soñamos mientras trabajamos?
Obsesiones: las latas de piña, las fechas de caducidad, las ensaladas, la limpieza, los uniformes. Solo son manías. por ellas me conocerás, pero por ellas me amarás.
Miedos: la ruptura, la soledad, el abandono: el fracaso. Ten cuidado con lo que sueñas, no sea que se haga realidad.
Historia de amor urbano, de encuentros fortuitos premeditados en ciudades que no duermen, que no se detienen. Slow cities imposibles. Insomnio y películas antiguas en versión original. Fast food y café solo. Colores puros, cálidos, saturados, en las calles sudorosas repletas de seres noctámbulos. La mirada de la cámara se esconde, se asoma por una puerta, por una ventana, espía la escena, respira en la nuca del protagonista. Una mirada de una sensibilidad intensa, extraordinaria, para hacer posible una obra maestra.

sábado, junio 17, 2006

"Apollo XIII", de Ron Howard


A partir de los años 50 del siglo XX, se produce la mayor competición científica y tecnológica que haya conocido la historia: la carrera espacial. Se podría asimilar al mundial de fútbol que se está disputando en estos días. Sana competencia entre dos naciones. Contribución al avance de los pueblos. Los logros de la civilización. La paz mundial. Valores universales que se pueden convertir en pura propaganda, pues la realidad suele tener dos caras (hoy se pública en www.rebelion.org un excelente artículo titulado "El fútbol es Cosa Nostra", de Victor Ego Ducrot, donde se da una visión amplia de los intereses económicos que hay más allá de los noventa minutos del partido).
Al fin, la carrera espacial no fue más que una faceta más de la guerra fría. Había que superar a la Unión Soviética a cualquier preció. Kennedy lo prometió y lo cumplió pero no sobrevivió para verlo, devorado por su propia ambición: el poder absoluto (recomiendo leer "América", de James Ellroy).
La película cuenta lo que sucedió alrededor del famoso "Houston, tenemos un problema", que supuso uno de los grandes fracasos de la NASA: misión no cumplida. El Challenger hizo plof hace ya veinte años y el Columbia estalló al regresar a la Tierra en el 2003. Desde entonces no se levanta cabeza: demasiado dinero para tan poco beneficio económico y además, si solo compite uno, no hay carrera y la victoria pierde lustre. Sin embargo, la tripulación del Apollo XIII consiguió sobrevivir tras siete días de penurias, lo que sirve a la película para convertirlo (probablemente con razón) en el mayor éxito de la NASA. Hay que tener en cuenta que la nave era más parecida a un seiscientos que al Halcón Milenario y, además, la tecnología de hace treinta años comparada con la actual desluce mucho. Es la mejor parte de la película, la que transcurre en la sala de control de Houston, con sus técnicos nivel premio Nobel devanandose los sesos mientras se tupen a tabaco y café, pero pariendo brillantes soluciones. Para que digan que fumar es malo. Lo demás, el espíritu americano, la familia feliz, los rezos, la bandera, el camino recto (tremendo cuando Tom Hanks y Bill Paxton, padres amantísimos de múltiple descendencia, miran de reojo al promiscuo Kevin Bacon, convertido en el villano de la película), todo eso mejor no fijarse, como en tanta otra americanada.

martes, junio 13, 2006

Radio. "Memorias del celuloide"

Hoy hace su debut un programa de radio. El nombre indica sin ambigüedades el carácter del mismo: "Memorias del celuloide". Los medios de comunicación de masas cada vez ofrecen un espacio menor al mundo del cine. Miento: del estreno de "Misión Imposible 3" o del de "El código Da Vinci" se enterará hasta mi abuela que en paz descanse: hay que vender palomitas. Pero el séptimo arte se ve relegado a horarios noctámbulos. Café y ojos rojos.
Que aún haya enamorados del cine que tengan el arrojo de lanzarse a las ondas para hablarnos un rato de su pasión es, cuando menos, digno de elogio.
"Memorias del celuloide" se puede escuchar los martes de 20:30 a 21:30 en la emisora independiente Radio Oasis, 106.4 de la FM si vives en Salamanca o por Internet en http://www.radiooasis.es/reprod.htm
Entre Zidane y Ronaldinho, entre el partido de Francia y el de Brasil, ha nacido un programa de radio.

domingo, junio 11, 2006

"Requiem por un sueño", de Darren Arofnosky


Sobresaliente película. No tenía ni idea del argumento antes de empezar a verla. Ni siquiera sabía quién actuaba y el título tampoco me animaba especialmente (algun día hablaremos de títulos pésimos). Pero me la recomendó mi hermano y los consejos se han de tomar según de quien vengan. Gracias.
Historia de drogas, del mundo del drogadicto. Historia de autoengaños y soledades. No asociar con una pandilla de chavales tomando rulas en el aparcamiento de una discoteca. Se habla de las drogas de los hijos y de las de los padres. Cocaína, caballo, basuco, costo, periko. Pero también medicamentos, café, chocolate, televisión, sexo. Cualquier actividad humana puede ser adictiva. El veneno es la dosis.
La película no ahorra imágenes de singular dureza, sobre todo al final de la cinta, pero la cámara y la edición están extraordinariamente bien empleadas durante todo el metraje, para transmitir al espectador el estado anímico de los personajes o el ritmo de la escena, al igual que la banda sonora: parece una película europea o mejor, una 'rara avis' estadounidense.
La actriz Ellen Burstyn hace un papel magistral de madre de yonki que acaba convertida en adicta a las anfetaminas (buscando en imdb.com, me entero de que fué nominada al oscar a la mejor actriz principal en 2001, pero se lo llevó Halle Berry por "Monster's ball": vale) y el descenso al infierno interpretado por Jennifer Connelly tampoco es manco (aquel año ganó el oscar por "Una mente maravillosa": no vale).
Si tuviera un hijo adolescente le obligaría a ver esta película, como a Alex en la "Naranja mecánica", en vez de soltarle un sermón salpicado de topicazos. En este caso, pues no siempre es así, una imagen vale más que mil palabras.