sábado, junio 11, 2005

"Capitán Conán", de Bertrand Tavernier

La Primera Guerra Mundial se convirtió, durante largos periodos de tiempo, en una guerra de posiciones en la que los ejercitos combatientes se acantonaron a lo largo de líneas de trincheras donde el enemigo se encontraba a escasa distancia. Frio, lluvia, ataques con gases, enfermedad, muerte, sufrimientos de todo tipo como los que relata Robert Graves en su libro "Adiós a todo eso". La batalla del Somme, la batalla de Verdún. Pero también compañerismo, camaraderia, amistades eternas. La patria es el que combate a mi lado, al enemigo no le conozco pero le mataré al alba. El horror, el horror.
La película trata de lealtades adquiridas en la batalla y que trascienden el fin de la guerra y de la dificultad de devolver a los soldados, que han luchado durante años, a la vida civil. ¿Un héroe o un asesino? ¿Una medalla o una celda de una cárcel? La delgada línea roja. El homicidio tiene siempre el mismo resultado pero se premia según a qué intereses sirva. Si creaste un lobo, no esperes despellejar a un cordero.

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